REPUBLICA DE CHECHENIA, RUSIA. «Hace un año afirmaba usted que había que votar en el referendo constitucional para así dejar de temer que alguien golpee la puerta por la noche. Y nosotros votamos: por la liberación de nuestros familiares secuestrados, para no temer que nadie llame a nuestras puertas en la noche, para que acaben las violaciones masivas de derechos humanos. Pero, un año después, estamos obligados a decirle que seguimos temiendo que por la noche golpeen nuestras puertas, que el derecho no ha llegado a esta tierra de sufrimiento y que los militares, en sus tanques, prosiguen con su sucia campaña de secuestros y asesinatos”. De esta manera se dirigían en 2004 los ciudadanos de la población chechena de Urús-Martán al presidente ruso Vladimir Putin. En la actualidad, unos años más tarde, poco parece haber mejorado la situación de los habitantes de Chechenia, olvidados, sin duda, por el resto de la humanidad.

Poco se sabe sobre Chechenia. Los periódicos y los telediarios rara vez hablan de la que fuera república autónoma soviética. En los últimos meses, los ojos del mundo se han dirigido a ella debido a ser el lugar de procedencia de los hermanos Tsarnaev, responsables de los ataques en el maratón de Boston (EEUU) en abril de 2013, los cuales provocaron 3 muertos y 260 heridos. La información que se ha ofrecido sobre la procedencia de los criminales, ha sido cuanto menos caótica: que si eran chechenos vinculados con Al Qaeda, islamistas radicales, extremistas, terroristas… De todo menos el hecho de ser jóvenes enajenados, como algunos estadounidenses que han atacado colegios a punta de escopeta, pues tanto unos como otros son criminales que han atacado a población inocente y merecen un severo castigo. Pero la nacionalidad aquí pesaba y es bastante preocupante que se asocie a la ligera el término checheno con el de terrorista.

Es verdad que Chechenia lleva desde hace décadas sumida en un régimen de terror. Muchos son los factores que han llevado a esta situación: inestabilidad interna, choque religioso, la producción petrolera de este territorio, la constante intervención del Ejército ruso, la postura poco flexible de los presidentes rusos, especialmente la de Vladimir Putin… Pero ello no convierte a toda su población en terroristas, sino que en la mayoría de los casos son víctimas de violaciones de derechos humanos.

Desapariciones, secuestros, detenciones ilegales, torturas, amenazas… son la tónica reinante en este territorio que vive una constante tensión tras las dos guerras que le enfrentaron contra la Federación Rusa en 1994-1996 primero y en 1999-2004 más tarde. Muestra de ello es el caso de Islam Umarpashaev, quien, según denuncia Amnistía Internacional, en 2009 fue detenido en su domicilio en la capital chechena de Grozni por unos supuestos funcionarios no identificados. Este ciudadano checheno no volvió a ser puesto en libertad hasta abril de 2010, después de que su familia denunciara el caso ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Una vez liberado, Umarpashaev pudo relatar las condiciones de detención secreta y torturas que padeció durante el tiempo que pasó en las dependencias del Escuadrón Policial para Operaciones Especiales del Ministerio del Interior checheno. Por si esto fuera poco, la sed de justicia de Islam y su familia parece molestar a los responsables, pues su denuncia ha sido respondida con continuas amenazas hasta llegar al punto de tener que ser incluido en el programa de protección de testigos. Estos amagos de represalias han forzado a la familia Umarpashaev a abandonar Chechenia.

Sin embargo, esta no es la única amenaza a la que se enfrentan los ciudadanos de Chechenia, país que se encuentra en la eterna batalla entre la secesión y la dependencia rusa. Si un checheno es relacionado con un insurgente, sea el parentesco real o no, su casa será incendiada como represalia. Así lo denunciaba la ONG Human Rights Watch en su informe de 2009 ‘What Your Children Do Will Touch Upon You. Punitive House-Burning in Chechnya’, el cual instaba tanto a las autoridades rusas como chechenas a “poner fin inmediatamente al incendio de casas y otras prácticas de castigo colectivo contra familias de presuntos insurgentes en Chechenia, y asegurar una verdadera rendición de cuentas por parte de los autores de violaciones a los derechos humanos en la región”.

Además, según datos de la misma organización, en la actualidad existen más de 100 sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que hacen a Rusia responsable de graves violaciones a los derechos humanos en Chechenia. Sentencias que de ser cumplidas tal vez pondrían fin a la eterna vendetta que protagonizan Rusia y los extremistas chechenos y que tiene como víctimas a una población que ya no recuerda lo que es vivir en paz.