Decía el tan reconocido como sabio filósofo Sócrates unos cuantos años atrás que sólo hay un mal: la ignorancia. Y que sólo hay un bien: el conocimiento. En este caso, resulta una obviedad decir que el conocimiento y la cultura son términos que van unidos de la mano.

Y aprovechando la ocasión, qué mejor que adentrarnos en un paraíso cultural como el que nos puede ofrecer Grecia, bandera de uno de los imperios más imponentes de la Edad Antigua. La filosofía, a la cual ya hemos hecho especial mención, fue uno de sus legados más importantes, pero no el único.

ATENAS, GRECIA. Hoy en día Atenas, ciudad a la que le dedicaremos total atención, sigue siendo la capital de un país que ofrece la posibilidad de ver una maravilla a la altura de pocas construidas en cualquier rincón de la Tierra, la Acrópolis de Atenas.

Las Cariátides de Atenas deben su nombre a las mujeres que durante las Guerras Médicas fueron convertidas en esclavas. Simbolizan la obligación de aguantar el peso del templo durante toda la eternidad | vía Almendron

Las Cariátides de Atenas deben su nombre a las mujeres que durante las Guerras Médicas fueron convertidas en esclavas. Simbolizan la obligación de aguantar el peso del templo durante toda la eternidad | vía Almendron

Lo más sorprendente a primera vista quizá no sea la arquitectura en sí, que también merece otro capítulo aparte, pero queremos ir más allá de eso. El paso del tiempo que se observa en cada pequeño detalle arquitectónico hace que cada minuto que pases contemplando La Acrópolis merezca la pena. Ante nosotros, cerca de 2500 años de antigüedad.

No sólo es destacable la arquitectura y el mérito que conlleva que una parte de los edificios siga en pie, entre ellos Las Cariátides, esas columnas esculpidas con cuerpo de mujer que sostienen el Erecteion, o el magnífico Partenón, que a pesar de estar una de sus fachadas (y quizá la más espectacular) en el Museo Británico de Londres, afortunadamente ha sobrevivido a muchos daños en los que, por desgracia, el hombre ha llevado la voz cantante (entre ellos, un bombardeo en 1687).

También es de destacar su localización. Elevada por encima del mar más de 150 metros de altura, las vistas de toda Atenas desde ahí arriba reflejan la mentalidad superlativa de la cultura griega. Y en lo más alto, la bandera de Grecia, ondeándose con cada ráfaga de aire que asoma.

Si bien es cierto que La Acrópolis es el corazón de cada turista que visita Atenas, no es lo único interesante que podemos apreciar. El Nuevo Museo de La Acrópolis contiene un sinfín de esculturas que un buen turista nunca puede permitirse el lujo de saltarse, igual que el Museo Arqueológico Nacional. Además, el monte Licabeto posee otras extraordinarias vistas de toda la ciudad, incluida la propia Acrópolis o el puerto del Pireo, que le deja al visitante la opción de tener una foto para enmarcar.

Por otro lado, los domingos por la mañana, el Parlamento ateniense se viste de gala para realizar una costumbre típica del lugar, el cambio de Guardia Presidencial. El Templo de Zeus Olímpico, la Plaza Sintagma o el Estadio Panatenaico, lugar en el que se celebraron los primeros Juegos Olímpicos de nuestra era, son también atracciones turísiticas a tener en cuenta.

Atenas es especial. Cuando aún no has estado, lo piensas, y cuando por fin lo visitas, lo sabes. Un recorrido distinto, se respira antigüedad, historia, conocimiento y cultura. Un paseo en el que parte de la magia y la ilusión por el lugar la pone uno mismo. El resto es sólo disfrutar, quién sabe si acompañado de una típica y sabrosa ensalada griega.