[translations idioma=”EN” url=”http://rgnn.org/2013/11/04/mass-spying-is-it-legitimate”]

GLOBAL. Los medios de comunicación se han hecho eco estos últimos días del “espionaje” masivo de la NSA (la Agencia para la Seguridad Nacional de EEUU, NSA en inglés) a países “amigos” y “aliados”. La crisis internacional desatada, no exenta de hipocresía, lo es fundamentalmente por la intercepción de todo tipo de comunicaciones a políticos y dirigentes preeminentes y de ciudadanos y empresarios europeos y de otros países, como Brasil o México. ¿es legítima esta actuación? ¿es usual y habitual?. La respuesta a la segunda pregunta es afirmativa. Más cuestionable es la primera.

La primera clave de la cuestión es el “espionaje” a los países aliados y amigos. Y la segunda, que tal actuación lo sea por razones difusas, no vinculadas a la lucha contra enemigos de los países democráticos.

En el primer caso, parece ser aceptado que el espionaje y las funciones de inteligencia frente a países u organizaciones que pueden atentar a la seguridad nacional son legítimas, cuando no absolutamente imprescindibles. Nadie ha cuestionado de qué forma y con qué métodos los servicios de inteligencia norteamericanos localizaron a Bin Laden. Sin duda no se respetó la privacidad de personas ni la integridad de Pakistán. La crisis surge cuando se espía a los países aliados. En este sentido, parece reprobable y muy dudosa la actuación de la NSA interceptando comunicaciones de dirigentes europeos.

Pero debemos partir de una clara premisa: los intereses nacionales prevalecen siempre, aun frente al “amigo”. Como afirmó el embajador español que fue también responsable del servicio secreto español (CNI), Jorge Dezcallar, “en política internacional no hay amigos, sino intereses” (Televisión de Cataluña-TV3, 15-9-2013). Ignorar esto es incurrir en hipocresía.

Lo más conflictivo, sin embargo, es la finalidad de tal espionaje. Parece claro que las actuaciones de la NSA en Europa no pretendían proteger la defensa nacional o de seguridad pública. Una Europa masivamente espiada lo es, sencillamente, porque en el panorama internacional, es un “adversario” en el plano económico. Los intereses de EEUU y de la Unión Europea no son coincidentes y pueden ser perfectamente enfrentados. Europa es la principal potencia económica globalmente considerada y por ello, el motor económico de la Unión, Alemania, ha sido el principal objetivo de la NSA. No sorprende por tanto el espionaje a Angela Merkel, aunque pueda indignar.

El problema es quién controla a una agencia como la NSA. Ésta ha afirmado el 27 de octubre que Obama no ordenó tal espionaje a la canciller alemana. ¿Quién ordenó entonces tal incisiva actuación?. Ello pone sobre la mesa la necesidad del control de la actuación de los servicios de inteligencia, control que pasa por el Parlamento, el propio Gobierno y el poder judicial. Así en España el servicio secreto no puede interferir ninguna comunicación sin previa autorización de un juez del Tribunal Supremo. El control de los servicios secretos y de inteligencia, en cualquier caso, es muy complejo y difícil de establecer.

Una reflexión última: el “espionaje” es una de las tareas que efectúa un servicio de inteligencia, pero no la más trascendente. Todos los servicios llevan a cabo tareas de inteligencia, consistente en recopilar información –más del 80 por ciento a través de fuentes “abiertas”, esto es, accesible con mayor o menor dificultad al público-, para elaborar informes y material que ayudan a sus gobiernos a tomar decisiones.

Es legítimo por tanto que el gobierno de EEUU quisiera conocer quién era y qué personalidad tenía la candidata a canciller alemana Angela Merkel antes de ser elegida y su posicionamiento actual como gobernante. Muy diferente es recurrir directamente al espionaje. Los informes de inteligencia son un producto constante de las agencias encargadas de ello y cada mañana, el Presidente Obama “desayuna” con el informe preparado por su numerosa red de agencias de inteligencia. Lo mismo sucede en los restantes países democráticos. Y es que, si somos realistas, si Francia y España competían por la adjudicación de la red de alta velocidad ferroviaria en Arabia Saudita, sería poco creíble no deducir que los servicios de inteligencia de uno y otro país no estuvieran interesados en conocer las fortalezas y debilidades de la oferta del otro país.

No nos llevemos a engaño. Si la ley española que crea su servicio secreto establece que la función del CNI es obtener, evaluar e interpretar información y difundir la inteligencia necesaria para proteger y promover los intereses políticos, económicos, industriales, comerciales y estratégicos de España, pudiendo actuar dentro o fuera del territorio nacional (art.4.a de la Ley 11/2002) es, sencillamente, porque lo mismo lleva a cabo toda la comunidad de inteligencia internacional, amiga o no amiga, de nuestro país. Lo que no impide una profunda reflexión sobre los límites éticos del espionaje entre “amigos”.