JAPÓN. El manga, cómic de origen japonés, tiene en el país nipón una dimensión insospechada por la mayoría de los occidentales, que tienden a pensar que las temáticas que toca son básicamente de aventuras, superpoderes y luchas, con un estilo gráfico consistente en forma de personajes de ojos grandes y pelo puntiagudo.
Sin embargo el manga es tan amplio como lo puede ser la literatura o el cine: al igual que existen películas o libros de aventuras para público juvenil, pero también de temática romántica, thrillers, experimentales o de ciencia-ficción; existen mangas de estas temáticas y todas las que nos podamos imaginar, creados con estilos que, entre sí, pueden llegar a ser radicalmente diferentes (ojos grandes y pequeños, estilo realista o caricaturesco, elaborado o sencillo…).
Aunque el cómic como tal surgió y evolucionó en Japón de modo parecido al del cómic occidental, es en 1947 cuando se da el gran punto de inflexión: en ese año aparece Osamu Tezuka, el autor que, con su estilo dinámico y cinematográfico (es decir, uso de las viñetas como si fueran fotogramas, con constantes cambios de posición y zoom de la “cámara”), revoluciona el manga y hace estallar una auténtica bomba de influencia en toda la generación de niños que leyó sus obras. Muchos de estos niños acabarían dibujando manga y, a su vez, influenciando a la siguiente generación. Y así hasta nuestros días.
Al contrario que ocurrió en Occidente, donde el cómic siempre ha sido considerado un producto para niños (y, recientemente, para una minoría de “frikis”), muchos de los niños japoneses que leían manga en los años 50 no quisieron renunciar a leer cómics una vez crecidos, con lo cual en los años 60 empezaron a surgir autores que estuvieron atentos a dicha demanda y la satisficieron, creando el embrión de lo que ahora es conocido como seinen manga o “manga para público adulto”. Así, el niño que empezó a leer los mangas de Osamu Tezuka en los años 50 es en estos momentos un señor de unos 70 años que durante toda su vida ha leído manga creado especialmente para su generación a lo largo de los años: esto explica que actualmente estén surgiendo obras, como Tasogare ryūseigun – Like Shooting Stars in the Twilight (Kenshi Hirokane), que narra historias de amor y romance entre personas “de la tercera edad”, pensadas precisamente para este público.
Así, a lo largo de estos casi 70 años de historia del manga moderno, el cómic japonés ha evolucionado para abarcar todas las temáticas imaginables, con todos los estilos imaginables, y para todos los públicos imaginables, desde el infantil y juvenil a los oficinistas, pasando por señoras de mediana edad y treintañeros inquietos.
En cuanto a géneros, podemos destacar el shōnen manga (manga juvenil), el más popular y conocido no solo en Japón sino también internacionalmente (ej: Dragon Ball, Naruto, One Piece, Mazinger Z, Ranma 1/2, Los caballeros del zodiaco); el shōjo manga (manga para chicas, ej: Candy Candy, Sailor Moon); el seinen manga (manga para público adulto); el josei manga (manga para mujeres adultas); e infinitos nichos como manga yaoi (de amor homosexual entre hombres, realizado por chicas para el público femenino); manga de apuestas; manga educativo (básicamente libros de texto sobre cualquier temática en formato cómic); etcétera. Sin olvidarnos, claro está, del manga erótico y pornográfico, que representa un porcentaje muy respetable de todo el manga que se edita.
En cuanto a temáticas, también por supuesto hay de todo: obras de aventuras, de ciencia-ficción, deportivas, gastronómicas, de médicos, de samuráis, de romances, costumbristas, experimentales, de negocios, de fantasía, de viajes, de música… Cualquier temática tiene cabida en el amplio mundo del manga.
La dimensión que adquiere el manga en Japón solo se entiende en su justa medida cuando analizamos algunas cifras sobre su alcance. Sin ir más lejos, el manga representa el 22,8% de la facturación del mundo editorial japonés (un país donde se lee muchísimo y donde hay librerías por doquier), y el 37,4% de todo lo que se publica en el país del sol naciente, es decir, casi 4 de cada 10 libros y revistas japoneses, son de cómic. Esto se traduce en más de 800 millones de unidades de revistas de manga y más de 540 millones de unidades de tomos vendidos al año, y en un ritmo de publicación de tomos que pone en circulación, cada año, unas 11.000 novedades, es decir unos 900 tomos nuevos que se suman cada mes a la ingente cantidad de cómic publicado en Japón a lo largo de la historia.
Las cifras de ventas del manga también hacen empalidecer a cualquier persona que conozca mínimamente el mundo editorial. La revista Shōnen Jump, en la que se publican obras como Naruto, One Piece o Bleach y que a lo largo de su historia ha sido hogar de Dragon Ball, Oliver y Benji, Slam Dunk, Rurouni Kenshin o Death Note, entre muchas otras, vende actualmente unos 3 millones de unidades a la semana (aunque queda lejos de su récord de 6,5 millones registrado a mediados de los 90, en pleno auge de Dragon Ball). Y One Piece, el mayor éxito comercial de la historia del manga, ha superado recientemente la inimaginable cifra de 300 millones de tomos en circulación entre los 72 volúmenes de los que consta actualmente, de los que se tiran, como primera edición, unos 4 millones de unidades cada vez que se publica un nuevo tomo. Esto significa que, si en Japón hay aproximadamente 127 millones de japoneses, cada ciudadano nipón ha comprado 2 tomos y pico de One Piece, una auténtica barbaridad teniendo en cuenta que, obviamente, no todos los japoneses leen manga y, entre los que sí leen, a no todos necesariamente les gusta One Piece.
Así pues, como vemos, el manga es considerado un producto comercial más en Japón, totalmente equiparado al cine o a la literatura, y consumido con total normalidad entre la población japonesa. Sin duda alguna, Japón es el paraíso de los cómics: el país del mundo donde, de lejos, más cómic se publica y se consume.