MADRID, ESPAÑA. La inquietud del ser humano, en constante creación, nos lleva a caminar por senderos donde la imaginación desempeña una importante labor en nuestras vidas. El poder de la palabra y la riqueza del lenguaje son elementos clave a la hora de construir mundos que cabalgan entre la realidad y la ficción.

Javier Cercas, autor de Soldados de Salamina lo tiene claro, necesitamos la ficción para combatir la monotonía de la existencia cotidiana. Por ello inició el ciclo Poética y Narrativa’ en la Fundación March el pasado día 22 de noviembre con la frase del Premio Nobel de Literatura G.K. Chesterton: «La literatura es un lujo, pero la ficción es una necesidad».  Al igual que este escritor británico del Siglo XX, Cercas cultiva dos géneros que pueden encontrar su particular simbiosis en la búsqueda de la verdad: la literatura y el periodismo.

Recuerdo una de las críticas más asidua a una gran figura del reporterismo de nuestro siglo, el polaco Ryszard Kapuściński, portavoz de una mayoría olvidada  que ofrecía a través de sus relatos los testimonios de los más necesitados.  Su amigo y discípulo Artur Domoslawski le reprocha en la biografía Kapuscinski non fiction el hecho de que el corresponsal diluyera las fronteras de la ficción y las vendiera como realidad.

Siguiendo esta línea, también habría que reprobar la labor del padre del ‘Periodismo Gonzo’, Hunther S. Thompson, que reinventó la forma de hacer periodismo en una época dónde el sensacionalismo manchaba la realidad con informaciones triviales y morbosas. Thompson retrataba a la perfección los ambientes decadentes de una sociedad estadounidense en crisis, todo desde su particular visión adornada por el consumo de sustancias psicoactivas que ampliaban las fronteras de su percepción.

A los periodistas se les bombardea con la exigencia de una prometida objetividad, sin saber si quiera si existe este concepto en la práctica. Todos estamos influidos por las circunstancias, ideas, pensamientos e incluso por nuestros propios sentidos. No existe una objetividad total cuando el ser humano entra en juego, pero sí conceptos como la honestidad, la veracidad o la función social que a veces quedan relegados a un segundo plano.

Nadie sabría distinguir el grado de exactitud de los sucesos que el autor de Miedo y asco en las vegas describía, tampoco si Kapuściński incluyó detalles imprecisos mientras daba voz a los sin voz, sin embargo no hay duda que la labor de estos grandes de las letras fue crucial para conocer y entender la realidad del momento que les tocó vivir. La función del periodismo y la literatura respetando las características propias de cada cual  puede coincidir en el sentido en el que con ambas podemos acercarnos a conocer la vida en toda su totalidad. Como diría Kafka, referente esencial en la vida y obra de Javier Cercas, «la literatura es siempre una expedición a la verdad».

Ernest Hemingway, uno de los escritores estadounidenses más admirados del S. XX, creyó que la ficción podría basarse en la realidad, aunque reconoció en alguna ocasión que «lo que se inventó era más cierto que lo que se acordó».   Nadie que haya tenido en sus manos la magistral obra Por quién doblan las campanas, fiel representación de la vida durante la Guerra Civil española, puede negar que se trata de un auténtico tratado de la condición del universo del ser humano.

Ya para Aristóteles las obras literarias no solo imitaban la realidad, sino también las «acciones de los hombres», y es esto lo que permite que lo verosímil irreal tenga espacio en este arte. 

Las  novelas de Cercas que se sumergen en el universo de la ficción, también están cargadas de  autenticidad. Prueba de ello es su última obra Las leyes de la frontera, una crónica de la transición española dónde nos presenta una extensa historia de amor de unos jóvenes  «quinquis» de la Cataluña de los años 80.  Aunque sus protagonistas son ficticios se construyen sobre el terreno de la realidad, alimentado por sus vivencias en el Barrio Chino de Girona e inspirado en figuras auténticas como el famoso delincuente conocido popularmente como «El Vaquilla». 

Como decía G.K. Chesterton: «La ficción es una necesidad», pero Javier Cercas  añade algo más, «la literatura y la novela también lo son».