ESPAÑA. 2013 pasará a ser recordado como el año catastrófico en el que los cineastas se rompieron los cuernos para hacer películas frente a la proliferación de proyectos low cost. Esto ha generado un debate que manifiesta la crisis del modelo del cine.

El cine no es rentable hoy, pero tampoco lo fue antes en España, donde el número de películas rentables ha estado en torno a 1 de cada 4. Se han llegado a producir 200 películas al año que nadie puede recordar simplemente porque no todas fueron concebidas para tener un recorrido comercial, es decir, no existía plan de distribución. Pensando en el cine como producto, ¿qué empresa fabrica algo sabiendo que no va a distribuirlo?

La reducción de ayudas al cine ha abierto un debate en las redes sociales en el que, profesionales del viejo sistema se están enfrentando por un lado, a realizadores como Tinieblas González o Paco Torres –que se defienden tras haber hablado del posible fraude en la gestión subvenciones-, y a realizadores low cost, que hacen películas al margen de ayudas.

Tinieblas anunció su salida de España cuando, en rueda de prensa, contó la mala experiencia con su largo Alma sin dueño, de la que perdió el rastro cuando la productora la estrenó bajo el título Sin Alma, de la que no tiene ni copia. Junto con Torres, que asegura haber denunciado al Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA), algunos productores y exhibidores defienden y ponen de manifiesto cómo se han inflado presupuestos para que las obras se estrenasen prácticamente con los costes cubiertos. Esto ha desatado cierta ira en algunos profesionales, que han arremetido contra ellos.

Recientemente se ha abierto otro frente con los realizadores de películas de bajo presupuesto, dónde se presupone que el equipo no cobra y por ello se acusa de desmontar el sistema de producción por trabajar gratis. Aunque no en todas las producciones low cost, el equipo trabaja sin cobrar.

Debido a la crisis, estas producciones de bajo presupuesto han crecido. Muchas de ellas son financiadas total o parcialmente a través de micro-mecenazgo –como Stockholm-, aunque también han surgido propuestas como #LittleSecretFilm que con su manifiesto, animan a rodar una película en 24 horas directamente para Internet. El propio Paco Torres acaba de rodar Saol en 14 horas con presupuesto cero, sin guión y con un equipo reclutado en Facebook. Torres, realizador ya experimentado, asume esta producción low cost como un reto creativo, no como una amenaza para el cine.

La creatividad, la ausencia de industria, la falta de oportunidades para hacer cine, Internet, la co-creación, el abaratamiento de la tecnología y la caída del circuito convencional son causas de esta crisis de modelo. Algunos profesionales tratan de defender su sitio en la industria entrando en conflicto, tanto con los que están sacando a la luz casos de posible fraude, como con los que apuestan por hacer sus low cost antes que no hacer nada, pues entrar en el circuito cinematográfico siempre fue difícil y muy endogámico.
David Navarro cuenta que fue aconsejado por un premiado cineasta al que mostró su producción low cost Oído Caníbal, a no hacer cine barato pero sí contactos para asegurarse ayuda cuando hiciese una película de verdad. Este tópico es real no sólo en el cine, escritores, pintores o músicos también se quejan de que las relaciones son más importantes que el talento.

La tendencia para tratar de invertir esta situación -producir sin cobrar-, está siendo criticada por algunos profesionales que defienden que hay que cobrar por trabajar. Sin embargo, en esas películas de verdad, si eras desconocido, te ofrecían trabajos en producción sin cobrar y la razón que te daban era que todos habían pasado por ello. Puede que ante esta situación, muchos hayamos llegado a una conclusión: sí trabajas gratis lo harás al menos en tu propia producción. No es un camino rentable, no se debe extender a todas las producciones, y por supuesto el equipo tiene que tener alguna compensación, pero sería interesante abrir esas rígidas puertas del cine profesional, donde la entrada a todos los niveles está tan supeditada a los contactos.