ESPAÑA. Una de las más notables consecuencias de la profunda crisis que vive España es la problemática que sufre cualquier joven para independizarse.

La sociedad española experimenta, junto con Grecia y Chipre, una de las tasas de paro más elevadas de todos los países de la Eurozona: un 41% de los jóvenes entre 16-29 años se encuentra en el paro, y la cifra asciende al 50% en los menores de 25, según el último estudio del Consejo de la Juventud de España (CJE).

Estas cifras representan sólo una parte de la terrible situación en la que se encuentra el motor del cambio de un país: jóvenes sobrecualificados, sin empleo y que retrasan la edad natural para «volar del nido». Con una contratación puramente temporal – sólo el 6% son indefinidos-, una continua perpetuación de la figura del becario no remunerado o con la creación de ciertos contratos de Formación que alargan cotizaciones mínimas durante 3 años… ¿cómo es posible que un joven pueda acceder al mercado de la vivienda?

Estas circunstancias han hecho que un alto número de jóvenes hayan vuelto a casa con sus padres. Lo que para muchos es un paso hacia atrás, puede tener una lectura más positiva: una temporada de nuevo en el hogar familiar permite a muchos jóvenes tomarse el tiempo para buscar empleos más adecuados a su perfil o ahorrar para iniciar un nuevo proyecto. También se dan los casos en los que la vuelta a casa viene dada precisamente para ayudar económicamente a los propios padres. De alguna manera, la crisis está generando un fenómeno en la consolidación de los lazos familiares: ha vuelto a reforzar la idea de que, en un dirección u otra, la familia lo es todo.

Volver a casa recupera cosas que el individualismo imperante hacia perder: preguntamos a nuestros padres qué comprar, cómo hacer comidas económicas, recuperamos el concepto de colaborar en casa… Una gran parte de los jóvenes reconocen ahora el gran esfuerzo de sus padres, que salieron adelante con menos medios en un mundo con menos posibilidades que el actual. Sin embargo, no podemos dejar de fijar la mirada en el problema y concienciar en la necesaria movilización de planes de alquiler para jóvenes o la mejora de sus condiciones laborales. Y eso es sólo el principio.