ESPAÑA. La Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), presidida por Elsa González, ha celebrado este martes una mesa redonda en defensa de los dos periodistas españoles que aún siguen secuestrados en Siria desde el pasado 16 de septiembre. Bajo el título ‘Guerras opacas’ se recuerdan los casi seis meses de cautiverio que han convertido en noticia a Javier Espinosa, corresponsal de El Mundo en Oriente Próximo y Ricardo García Vilanova, fotógrafo freelance especializado en zonas de conflicto. Los periodistas fueron retenidos en un control de Tal Abyad, en la provincia de Raqqa cuando intentaban salir después de dos semanas de intenso trabajo en el ya considerado país más peligroso para ejercer el periodismo, según el último informe de Reporteros Sin Fronteras (RSF).

En un principio, la reunión ha sido convocada para apoyar a estos dos profesionales y a Marc Marginedas, corresponsal de El Periódico de Catalunya, también raptado por las fuerzas insurgentes yihadistas en la ciudad de Hama unos pocos días antes que sus compañeros. Sin embargo, la madrugada del domingo una buena noticia ha conseguido despertar un halo de  esperanza a las familias, amigos y compañeros de los tres periodistas secuestrados, Marc había sido liberado.

El tono agridulce de la mesa compuesta por diversos profesionales del medio se ha hecho patente. Por un lado, se ha celebrado de forma unánime la vuelta a casa del periodista catalán, pero por otro, ha supuesto un grito de lucha por la liberación de los retenidos y la tan anhelada libertad de información en estas zonas. Gervasio Sánchez, portavoz de las familias de los secuestrados, ha aprovechado además para anunciar la puesta en marcha  de un comité de apoyo a Javier y Ricardo con el objetivo de hacer más “visible la situación”, y “mantener vivo el interés informativo”  que se merece. También desde esta organización se ha convocado una concentración el día 18 en Madrid frente a las puertas del Centro Internacional de Prensa bajo el lema ‘libertad’.

Lo que empezó en Siria como una revuelta social contra el régimen dictatorial de Basher Al Asad en marzo del 2011, ahora se ha convertido en un complicado conflicto dónde recaen múltiples intereses por el juego de dominio eterno en Oriente Próximo.

Tampoco a se olvida los más de 30 periodistas secuestrados o desaparecidos en Siria en lo que va de año, profesionales que se juegan la vida para acabar con el silencio informativo y el peligro que conlleva la opacidad de una guerra sin testigos donde continuamente se violan los derechos humanos con la población civil como víctima principal. En Siria se contabilizan aproximadamente 115.000 civiles asesinados en lo que va de conflicto.

Elsa González recuerda durante la ponencia la importancia de que existan estos reporteros y asegura que llevan el prestigio y el valor del periodismo. Son ellos los que se encuentran ahí para narrar y denunciar, los que “elevan el conflicto y dan luz a estos episodios tan oscuros”.

Quizá nos hayamos olvidado que  la figura del corresponsal de guerra es de vital importancia para mantener al mundo informado de lo que ocurre a su alrededor, en aquellos puntos del mapa que parecen a priori tan lejanos pero que indudablemente nos repercute de alguna manera.

Ahora esta figura está siendo sustituida por enviados especiales o los free lances, que se enfrentan sobre el terreno de una manera cada vez más precaria y menos segura. No hablamos de personas, sino de valores informativos”, asegura  durante su intervención Ramón Lobo, periodista especializado en asuntos internacionales y colaborador de El Periódico de Catalunya, “es un momento para reflexionar sobre la profesión” y puso como ejemplo el respaldo que ofrece el sistema británico a los periodistas freelance ante este tipo de dificultades.

Desafortunadamente, el ejemplo más cercano es Ricardo, que además de afrontar física y psicológicamente el secuestro, él y su familia tendrán que hacer frente a las deudas y los gastos derivados de estos seis meses de inactividad. Debido a la inexistencia de ayudas, el comité cree que la manera más digna de amparar a la familia es con el propio trabajo del reportero, por ello quieren publicar un libro con las fotografías que realizó en Libia  y cuyo importe de las ventas irá destinado íntegramente a esta causa.