MADRID, ESPAÑA. El pasado jueves veinticinco de septiembre, Poroshenko, presidente de Ucrania, dio a conocer un Plan de Reformas para incorporarse al proyecto europeo, que se extenderá hasta 2020. La noticia reabre el debate sobre si la actuación de Europa en 2013 para conseguir la adhesión fue la correcta. Desde entonces, se han sucedido los conflictos en las provincias del Este y Crimea ha sido anexionada por Rusia.

A pesar de todo, la estrategia fue buena porque se basaba en la búsqueda de la democracia y el buen gobierno y eso es precisamente lo que buscaban los ucranianos, según la jefa del programa Wider Europa, Kadri Liik. Sin embargo, sostiene que la implantación técnica de la estrategia no fue la adecuada, pues Ucrania no se encontraba preparada y se desarrolló una liberación sin condiciones.

Esta fue una de las ideas centrales de la conferencia sobre la crisis de Ucrania celebrada el pasado jueves en CaixaForum. Organizada por el periódico El País y moderada por su jefe de Internacional, Andrea Rizzi, contó también con la participación de los expertos  Kadri Liik, Andrew Wilson, Carmen Claudín y Francisco de Borja Lasheras.

El alto al fuego planteado el pasado cinco de septiembre en Minsk constituye otro de los temas más candentes en relación al conflicto entre Ucrania y Rusia. Los doce puntos del plan suponen un avance para el fin definitivo de unos ataques que llevan produciéndose seis meses, y que han sido definidos como la crisis más grave desde 1989. Sin embargo, de acuerdo con Andrew Wilson, Senior Policy Fellow de ECFR, la realidad es que este alto al fuego no se cumplirá porque el agotamiento de ambos bandos es solo temporal, y no tendría sentido económico ni estratégico. Serhii Pohoreltsev , embajador de Ucrania en España, intervino en la conferencia para recordar las condiciones para que se cumpla el alto al fuego: la retirada de todas las tropas rusas, la liberación de los rehenes y el control de las fronteras. Afirmó que existían esperanzas al respecto, pero no confianza.

Concretamente, la ciudad ucraniana de Mariupol se presenta como fundamental para la actividad económica de Rusia, que estaría dispuesta a ocuparla, y podría continuar incluso con un puente hacia Crimea. Por todo esto, sería imprescindible realizar unas elecciones en Ucrania para determinar si la mayoría prefiere continuar con la guerra o finalizarla, según Wilson. Sin embargo, el principal problema en este momento es el energético, de modo que la opinión general es que las elecciones no se impulsarán hasta la primavera.

Todo este proceso se está caracterizando por una gran «desinformación estructurada del Kremlin» en Rusia, en palabras de Carmen Claudín, investigadora senior de CIDOB: los ciudadanos de este país no reciben los mensajes de Ucrania respecto a su voluntad de adherirse a los valores europeos. Por el contrario, los grandes medios de comunicación se basan en la propaganda. Defienden que el cambio de gobierno pone en peligro los derechos de la minoría rusa en Ucrania, y que ésta actúa más con vocación de derrocarlo por su carácter corrupto que por razones exteriores. También defienden que Ucrania no está decidiendo libremente, sino influida por la presión de la Unión Europea, de acuerdo con Claudín. Ante tal situación, los ciudadanos rusos únicamente pueden acceder a determinadas informaciones a través de medios y blogs independientes. Un ejemplo de la magnitud de esta desinformación es el hecho de que no se haya difundido lo que ocurrió exactamente en la huida de Yanukóvich el pasado mes de febrero.

De acuerdo con Andrew Wilson, Putin tiene un «plan maestro» desde el principio, que Occidente no podría aceptar por cuestiones normativas. Otros de sus objetivos serían deslegitimizar la disolución de la Unión Soviética y «demostrar la futilidad económica o política de la OTAN y la Unión Europea». Considera el discurso del líder ruso encaminado a «provocar» a Ucrania, dejando entrever la pregunta de si están dispuestos a luchar por países que no son de su alianza. Conceptos como «fronteras abiertas», «interdependencia» o «asistencia humanitaria» son, en opinión de Wilson, los puntos fuertes del discurso de Putin, que por su sencillez captan rápidamente la atención de gran parte de los ciudadanos.

El mal estado de la economía rusa, la percepción en el país de la anexión de Crimea o la opinión de los españoles respecto al conflicto fueron otros de los temas que se abordaron en la conferencia celebrada en CaixaForum. La participación del público a través de sus preguntas completó el debate «La crisis de Ucrania», que se prolongó durante una hora y media y contó con unos doscientos asistentes.