ESPAÑA. Cada año, en nuestro país se producen 68.500 infartos de miocardio. Cuando un paciente lo sufre, se estudian los factores que pueden influir en una nueva aparición de infarto, para intentar evitarlo mediante una vida sana y eliminando elementos como el tabaco o el sedentarismo, según el caso. Sin embargo, en muchas ocasiones esa repetición no puede evitarse, o incluso la muerte. Francisco López Jiménez, investigador y profesor de Medicina de la Clínica Mayo (Minesota), nos explica en esta entrevista una técnica novedosa que podría reducir significativamente estas cifras.

¿Podrías explicar brevemente en qué consiste la rehabilitación cardiaca?

Francisco López Jiménez: Un antecedente relevante es que las enfermedades cardiovasculares son la causa número uno de muerte en todo el mundo, particularmente en Europa, Estados Unidos y la gran parte tanto de los países desarrollados como de bajo ingreso. Es un problema real y del siglo XXI y, generalmente, el tratamiento de las enfermedades del corazón se basa en tecnología cara y avanzada, medicamentos, etc. Un tratamiento que es poco usado y que ha demostrado ser de gran beneficio es la rehabilitación cardiaca. Es, fundamentalmente, el proceso o programa al que se somete un paciente en un lapso de dos meses después de sufrir un ataque al corazón o tener una cirugía del corazón, de by-pass, de las coronarias o de tener un diagnóstico reciente o una válvula del corazón nueva. Es un programa donde el paciente entra en rehabilitación yendo a ciertas clases por semana donde hace ejercicio, se le enseña cómo hacer cambios de ciclo de vida, cómo manejar el estrés y reincorporarse a su vida normal. Los programas también incluyen cómo cuidarse a sí mismo, comprobarse la presión arterial, las medicinas, etc. En general, los pacientes van de dos a cinco veces por semana y, una vez que terminan, saben cómo utilizar esos recursos y lo implementan en su casa.

¿Cuáles son las ventajas de la rehabilitación cardiaca?

Es tan buena que se ha demostrado que las personas que sufrieron un infarto que siguen un programa de rehabilitación cardiaca tienen un 50% de reducción del riesgo tanto de muerte como de tener otro infarto. Esta reducción es de una magnitud mucho mayor que cualquier medicamento que se utiliza en cardiología y que muchas intervenciones. También mejora la calidad de vida, los pacientes tienen mayor confianza en sí mismos y se logran reincorporar en su vida normal. Por lo tanto, su recuperación es más rápida.
Lo interesante es que, a pesar de los beneficios que se han demostrado, el uso de la rehabilitación cardiaca está muy relegado: la reciben menos del 20% de las personas que se beneficiarían de ella. Las causas son múltiples, por ejemplo que los médicos que están atendiendo al paciente infartado no lo mandan a un programa de rehabilitación, que no hay en todas las ciudades, que el paciente decide no ir porque no se le convenció de su importancia o porque hay problemas logísticos para que pueda acudir. Para mí, resulta una tragedia inmensa en servicios de salud pública el hecho de que una intervención tan buena sea tan poco utilizada y haya tan poco interés por promoverla. Parte del problema es que, como no usa mucha tecnología sino principios básicos y tampoco genera muchos ingresos tanto al médico como a los hospitales, se pierde cierto interés económico de parte de los proveedores de tener rehabilitación disponible y ofrecerla a los pacientes.

Por lo que comentas, se trata sobre todo de ejercicios y actividades de prevención, de que los propios pacientes sepan cómo tienen que actuar ante lo que les puede ocurrir. ¿Podrías darnos algunos ejemplos concretos de cómo son esos ejercicios?

Sí, de hecho son programas multidisciplinares, es decir, durante diez o doce semanas el paciente va a tener sesiones de hora u hora y media con una parte donde le enseñan cómo hacer ejercicio con confianza (tienen mucho miedo de volver a sufrir otro infarto) con datos muy específicos, cómo llevar una alimentación saludable, reducir el estrés y cómo reincorporarse a su vida productiva previa.

Aparte de que no resulte rentable, ¿crees que hay otros motivos para que se conozca tan poco, al ser tan beneficiosa?

Hemos estado haciendo investigación en eso, y realmente no sé por qué algo que es tan bueno no ha tenido la penetración suficiente dentro del mercado de los servicios. Porque, si bien es cierto que el hecho de que no resulte rentable explica que los hospitales privados no tengan servicios de rehabilitación, eso no explica por qué no los tiene un hospital público, cuando es una intervención relativamente barata y que va a prevenir que el paciente requiera de cirugías secundarias o tenga otro infarto. Realmente, es parte de los retos de establecer prioridades. En muchas ocasiones, las intervenciones médicas ganan popularidad, fama y penetración en el sistema médico en parte de la presión de los mismos médicos que hacen lobbing. Quizá los especialistas en rehabilitación no hemos sido lo suficientemente activos en ese proceso. En muchas ocasiones, no son los médicos sino las personas que tienen el interés económico, como las compañías que producen stands para el corazón.

Has dicho que son equipos multidisciplinares. ¿De qué personal mínimo debe estar compuesto el equipo médico?

El equipo usualmente tiende a un médico (en general es un cardiólogo, pero en ocasiones un especialista en rehabilitación general o medicina física) y personal de enfermería y, si es posible, un nutriólogo o un psicólogo. En ocasiones hay gente con otras especialidades, pero lo usual es un médico y un enfermero como mínimo.

Entonces, realmente no se requiere una gran inversión de recursos.

Los recursos físicos son el espacio, el equipo de ejercicio (como el de un gimnasio), monitores cardiacos y aparatos que van a durar muchos años, que no se tienen que comprar con regularidad.

¿En qué punto se encuentra la investigación en el mundo? ¿Y en concreto en España?

Tenemos un comité internacional de rehabilitación cardiovascular donde estamos juntando a personas de todo el mundo, tratando de crear los estándares de cómo debe de darse para que se considere una rehabilitación efectiva y buena. El segundo punto es crear lo que se consideraría lo más básico, cuando los recursos son muy limitados o la situación geográfica no permite que haya de todas las especialidades en ese lugar: el paquete básico de rehabilitación, especialmente para los países de recursos más bajos. El tercer punto es crear un documento de lobbing o guía para que los profesionales en rehabilitación cardiaca de cada país tomen cierto liderazgo e iniciativa para convencer a las compañías de seguros, los sistemas nacionales de salud y la gente que se dedica a tomar decisiones de la cobertura de servicios de salud, de tener rehabilitación cardiaca porque a la larga les va a salir más barato invertir en ella que que los pacientes repitan los infartos.
Hubo un paciente que contactó conmigo hace unos años y me dijo que en cinco años le dieron cuatro infartos, y solo en el último alguien le preguntó si no había hecho rehabilitación cardiaca. Respondió que no sabía qué era. Se lo explicaron, empezó un programa y no le ha vuelto a dar ningún otro problema del corazón. Esta persona, que es un empresario, se convenció tanto del concepto que, a pesar de que no tiene ningún antecedente médico, dijo que le parecía increíble que a algo tan bueno y con tanto potencial no se le diese el valor suficiente. Entonces pensó implementar cinco centros de rehabilitación privados que van a generar ganancias, y dedicarse a promocionar eso solo para demostrar que cuando se convence a las personas adecuadas se logra realmente que la gente empiece a hacerlo.
En España sí hay varias personas que se dedican bastante a rehabilitación. Pero, por lo que sé, tienen el mismo problema: encuentras buenos programas en las ciudades grandes y aún así no todo el mundo que los necesita los recibe.

Además, con la crisis se está limitando mucho los recursos sanitarios y eso también podría afectar.

Sí, pero la realidad debería ser al revés, porque yo siento que los de crisis son los momentos donde se tienen que reanalizar las prioridades. Hay estudios económicos que muestran que la rehabilitación cardiaca es efectiva, entonces se debe de aprovechar la coyuntura para ver qué de lo que hacemos es demasiado caro para los recursos que podemos gastar, y qué intervenciones que son más baratas tienen el mismo o más efecto en la salud de las personas, para tratar de implementarlos.


A pesar de esta panorama un tanto negativo, ¿ha habido algún avance en los últimos años que se pueda destacar?

Parte del problema es que no se ha hecho difusión por parte de la población. Es un punto muy importante, porque finalmente es el paciente ya el que empieza a pedir y exigir las cosas que necesita. Es importante que se eduque a la gente, que sepan que si tuvieran un infarto, un problema serio o una cirugía del corazón, tienen que buscar un programa de rehabilitación para recibir ese beneficio. Es parte del problema y de la solución que haya más conciencia social y más información en los medios.
Para el punto de vista del lado positivo, en los últimos años se está desarrollando tecnología de monitoreo remoto, y eso va a revolucionar la rehabilitación cardiaca porque realmente mucho de lo que hacemos son cosas que se pueden hacer utilizando esa tecnología: una persona coge un aparato que va en el pecho y se conecta al wi-fi de su casa para que esté enviándole al médico los datos necesarios que tiene que saber sin que el paciente esté yendo todos los días al programa. Eso lo hace mucho más fácil y creo que va a ser el futuro de la rehabilitación.