SIRIA.

1. El de Siria (2011-2015…), un conflicto interno internacionalizado. El actual conflicto armado en Siria arranca el 6 de marzo de 2011. Ese día un grupo de adolescentes fue detenido en Dara, al Sur del país, por dibujar en una pared un graffiti contra el régimen. Esta detención generó grandes manifestaciones en la ciudad, que fueron reprimidas por fuerzas de policía; se abrió fuego contra los civiles; las protestas se extendieron por todo el país en cuestión de meses. En julio de 2012, el Comité Internacional de la Cruz Roja califica ya la situación en Siria como de conflicto armado interno (guerra civil). Un conflicto, por lo demás, como enseguida veremos que se ramifica o diversifica en el plano interno, de un lado, y, de otro se internacionaliza.

Contra el régimen de Basher Al-Assad luchan no pocos grupos armados, a veces formando alianzas ad hoc y otras compitiendo entre sí. Todos ellos tienen un objetivo común (derrocar el régimen) pero carecen de proyecto político alternativo alguno en el que coincidan. Es útil, a mi juicio, distinguir (entre los opositores al régimen sirio), dos grandes grupos:

A) De un lado, los actores políticos, dentro y fuera de Siria, que se llaman comúnmente “de la oposición”. Inicialmente se unieron varios de ellos en el Consejo Nacional Sirio (marzo 2011). Su falta de influencia en los grupos armados sobre el terreno y las luchas internas forzaron, por medio de un intenso trabajo de la diplomacia internacional, su sustitución, en noviembre de 2012, por el Consejo Nacional de la Revolución Siria y las Fuerzas de la Oposición, en un intento de ampliar la base de la oposición política al régimen. El Consejo es apoyado por el Ejército Sirio Libre, integrado por desertores y voluntarios que decae y se deshilacha (…).

B) De otro lado, están los grupos yihadistas que se han ido convirtiendo en el elemento dominante en la guerra civil. Cuatro son los más significativos, con diferencias entre sí pero todos con una meta común, la instauración en Siria de un Estado islámico con la sharia como Ley, pero destacan en particular dos: el Frente Al-Nusra, grupo afiliado a Al-Qaeda, creado en enero de 2012, destaca sobre todo su implantación en la práctica totalidad del territorio sirio. Y, en abril de 2013, nace el Estado Islámico de Irak y Siria (desde junio de 2013 Estado Islámico sin más), que rompe con el Frente Al-Nusra y crece rápidamente: tiene sus baluartes en Homs, Raqqa, Abú Kamal y a lo largo de la frontera con Turquía y aunque no se conoce el número total de sus integrantes se cree lo forman mayoritariamente yihadistas extranjeros; de hecho más de 12.000 extranjeros se han unido a grupos armados islamistas en Siria e Irak, muy en particular al Estado Islámico, cerca de la mitad proceden de Marruecos, Argelia y Túnez, pero también se reclutan en los países europeos del Mediterráneo occidental (con el riesgo evidente de que una parte considerable de estos individuos pueda volver a sus países de origen no solo activos en su compromiso islamista radical sino bien entrenados también en la lucha armada).

El régimen sirio cuenta como principales aliados con Rusia e Irán. Rusia defiende su influencia en el único “amigo” susceptible a ella en la región. Irán, diferente ideológicamente del régimen “secular” sirio, ha prestado un importante apoyo a Damasco, probablemente por dos razones: Irán tiene un interés fundamental en mantener su “pasillo” sirio para seguir con su suministro de armas y de recursos a Hezbollah, en el Líbano; el conflicto de Siria ha enfatizado la rivalidad entre la República Islámica de Irán y Arabia Saudí en presentarse como los líderes legítimos del Islam. Irán teme que de caer el régimen de Damasco, enemigo de Arabia Saudí, éste país consiga una importante victoria política. Irán ha utilizado también a grupos armados de Hezbollah para operar sobre el terreno en apoyo de las fuerza del régimen.

Los “rebeldes” cuentan con el apoyo oficial de Estados árabes, ya se ha apuntado, como Arabia Saudí, pero también de Jordania, Qatar y Turquía. No obstante, la fragmentación de quienes luchan contra Bashar Al-Assad y, sobre todo, la creciente influencia como antes decía de los grupos islamistas radicales ha matizado en los últimos tiempos ese apoyo. Occidente, con Estados Unidos a la cabeza, barajó incluso una intervención armada limitada contra el gobierno sirio tras el uso de armas químicas en el conflicto, idea que apoyaron el Reino Unido y Francia. El Parlamento británico, sin embargo, no autorizó nada y el mismo Presidente Obama ni siquiera llevó el asunto ante el Congreso. Desde septiembre de 2013, estos tres países que habían apoyado claramente a ciertos grupos armados de los rebeldes (en particular al Ejército Libre de Siria), descartan una intervención armada por limitada que fuera. La posición de Occidente, por lo demás, de claro rechazo al Presidente Bashar Al-Assad, se ha ido deslizando hacia otra de claro rechazo del componente islamista de la rebelión.

Una conclusión más que evidente aflora de todo lo expuesto: en Siria se desarrolla un conflicto armado interno, que se ha ido internacionalizando paulatinamente con los apoyos de otros Estados a los bandos en lucha. Ese conflicto, por la zona en la que se desarrolla, por los actores en él implicados, por las violaciones muy graves del Derecho Internacional Humanitario que se han cometido por los dos bandos y por el uso, al menos una vez, de armamento químico, constituye una inequívoca amenaza a la paz y seguridad internacionales. Ese conflicto ha generado asimismo una catástrofe humanitaria en la que se han cometido atrocidades como las que permiten invocar la aplicación del concepto de la Responsabilidad de Proteger.

2. La Comunidad Internacional no ha sabido dar una respuesta jurídica pronta, efectiva, contundente a esta amenaza. Ni el Consejo de Seguridad ha aplicado, dándose los presupuestos para hacerlo, en tiempo útil ni, en su tardía respuesta, de forma contundente, el capítulo VII de la Carta en una situación de amenaza y aún de ruptura de la paz; ni ha podido, ante una catástrofe humanitaria en la que se daban los presupuestos exigidos por el concepto de la Responsabilidad de Proteger, aplicar éste. En ambos casos, el veto de dos de sus miembros permanentes ha, si se me permite expresarlo así, cortocircuitado toda esperanza. ¿Y la consecuencia de ello…?

3. La evolución del conflicto, la creación de una coalición internacional y el uso de la fuerza. El giro copernicano que el conflicto de Siria puede aún generar tiene que ver, y enlazo así, para acabar con ese Estado Islámico que se ha hecho fuerte a caballo entre Siria e Irak. Tanto que, con ocasión de los excesos cometidos por esta nueva entidad (sirva de ejemplo la decapitación y su difusión en vídeo, en la tercera semana del mes de agosto de 2014, del periodista estadounidense James Foley, secuestrado en Siria en noviembre de 2012; brutalidad, ésta, al parecer cometida, según prensa escrita nacional e internacional de esos días, por un yihadista británico que lucha en las filas del Estado islámico), se ha formado una coalición impulsada por los Estados Unidos que no descartaba atacar con las armas objetivos de este grupo islamista en territorio sirio; integrada por 10 Estados (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Polonia, Dinamarca, Canadá, Australia y Turquía), la coalición contemplaba bombardeos y el refuerzo a socios locales, descartando un ataque terrestre (El País, 9.9.2014). Ya el 2 de septiembre, el Secretario de Defensa de los Estados Unidos, Chuck Hagel, dejó claro que para su Gobierno la derrota del Estado islámico pasaba por golpear sus posiciones no solo en Irak sino también en Siria; la “justificación” avanzada de esta posibilidad se encontraba, a tenor de las palabras del Sr. Hagel, en la Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos que contempla el uso preventivo de la fuerza (“El Estado islámico es una amenaza inminente”).

Puede añadirse que el lunes 15.9.2014 se abrió en París una Conferencia internacional sobre la Paz y Seguridad en Irak, a la que asistieron 30 Estados, entre ellos los 5 miembros permanentes del Consejo de Seguridad, en la que noticias de agencia dieron por hecho la existencia de un acuerdo sobre el uso “de todos los medios, incluidos los militares” para derrotar en Irak al Estado Islámico (El País, 15.9.2014, euronews, 15.9.2014). Es relevante, desde luego, el que la Conferencia fuese sobre Irak en concreto y que este país hubiese pedido ayuda a la comunidad internacional en su lucha contra el Estado islámico (lo que explica ver a Rusia en este barco).

Objetivos militares del Estado Islámico, finalmente, fueron bombardeados a lo largo del mes de octubre de 2014 y lo han seguido siendo, tanto en Irak como en Siria. En los ataques aéreos sobre este último país, aviones de los Estados Unidos se han visto acompañados por cazas de Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Qatar, Bharein y Jordania. Pero estos ataques al Estado Islámico, en Irak o Siria, ya no tienen que ver con el capítulo VII de la Carta ni para evitar atrocidades: en el caso de Irak se fundamentan en una petición formal del gobierno iraquí; punto, se acabó el problema. Pero en el de Siria no ocurre así. Es cierto que el Gobierno sirio no ha protestado formalmente por los bombardeos sobre su territorio, pero parece excesivo entender su silencio como autorización. El uso de la fuerza armada en Siria contra el Estado Islámico se enmarcaría más bien, parece, en la figura de la legítima defensa. Y no estoy exponiendo una conclusión personal concreta que considere extraída de la interpretación jurídica más formal y ortodoxa del Derecho Internacional sino mi impresión de qué concepto dialéctico está detrás de la respuesta que la comunidad internacional está dando a las amenazas. Una defensa, defensa armada, que se considera legitimada por la amenaza inminente de una entidad que ocupa territorios con las armas y que tiene la pretensión de instaurar un Califato que se expanda, primero, por la región y, después, por el mundo. Amenaza inminente para Estados Unidos y sus aliados, pero también los Estados árabes que han bombardeado posiciones de esa entidad en Siria se sienten amenazados en su existencia y concepción del Islam por ese nuevo “monstruo” al que se ha referido recientemente el Ministro de AAEE español, Sr. García-Margallo.

4. A modo de conclusión. En todo caso, repárese, en que si esta respuesta armada internacional en Irak y Siria contra el Estado Islámico se prolonga y consolida, ella no viene de la mano de la comunidad internacional institucionalizada, ni del capítulo VII de la Carta, ni del Consejo de Seguridad, ni tampoco del concepto de la Responsabilidad de Proteger, sino de una coalición de Estados liderada por los Estados Unidos que se consideran objeto de una “amenaza inminente” y, por ello, se entienden habilitados para un uso de la fuerza “en legítima defensa” (sí, Georges Bush hijo, debe estar sonriendo en su rancho de Texas…).