Al llegar a una tienda y encontrar la prenda que te gusta, lo primero que haces es cogerla, mirar bien todos sus detalles, el tejido con el que está hecho y sobre todo la talla para saber si va a sentarte bien. Pero, hay algo que nunca se mira: la etiqueta. Es más, al llegar a casa es lo primero de lo que se deshace uno porque la composición y la forma de lavado no interesa y estorba.

Sin embargo, si la etiqueta de las prendas contara el origen o la historia de las personas que la fabrican ¿Dejaríamos de cortarla y tirarla a la basura? ¿Compraríamos la pieza de ropa?

The Canadian Fair Trade Network lanzó una campaña el pasado mes de abril en la que aparece las condiciones en las que han trabajado algunos de los empleados que se encargan de hacer las prendas que cuelgan en los armarios de los compradores de todo el mundo ¿Qué pasa detrás de la confección de estas telas? Los mensajes son claros y muy directos.

“100% algodón. Hecho en Bangladesh por Joya, quien dejó el colegio a los 12 años para ayudar a su recién enviudada madre a sacar adelante a sus dos hermanos. Su padre murió cuando se declaró un incendio en la fábrica de algodón donde trabajaba. Ahora ella trabaja en el edificio de enfrente de la fábrica quemada. Un recordatorio constante de los riesgos que asume todos los días. La etiqueta no cuenta toda la historia”.

“100% algodón. Hecho en Camboya por Behnly, de nueve años. Se levanta a las 5.00 de la mañana cada día para llegar a la hora a la fábrica de tejidos donde trabaja. Cuando sale de casa es de noche, y cuando llegue también lo será. Lleva ropa ligera porque la temperatura en la sala donde trabaja alcanza los 30 grados. Su nariz y su boca se llenan del polvo de la habitación. Ganará menos de un dólar por pasar un día asfixiándose lentamente. Una máscara le costaría 10 céntimos a su empresa. La etiqueta no cuenta toda la historia”.

Estos son sólo dos testimonios de dos menores que trabajan en una de las miles de fábricas que existen para que las grandes firmas de ropa tengan, cada temporada, su ropa bien perchada en las tiendas de todo el mundo para sus clientes.

Cada vez que un producto sale al mercado se inicia el proceso en el que los consumidores lo adquieren, lo utilizan y lo desechan en el momento en el que ya se han cansado. Desde la implantación del llamado «Fast Fashion», el modelo de producción y consumo masivo de ropa y accesorios no para, y el periodo de vida de cada producto, se acorta cada vez más. De esta forma, Behnly y Joya, los protagonistas de esta historia, explican y resaltan la explotación que viven día a día en las fábricas en las que tienen que trabajar para poder sobrevivir y los problemas personales que les impiden dejar su oficio inhumano.

 

Ahora, después de conocer las duras condiciones de estos dos trabajadores ¿Qué harás al tener una camiseta de diez euros en la mano?