A poco más de 24 horas para saber quién será el próximo primer ministro de Dinamarca, ya se puede observar el rastro que ha dejado una campaña electoral que ha estado protagonizada por los ataques personales entre los candidatos, la pelea tradicional entre izquierda y derecha sobre si mantener o reducir el tamaño del sector público – piedra angular en los Estados escandinavos – y el protagonismo que ha tenido el debate sobre la políticas de inmigración y asilo danesas.
Esto último ya fue un tema candente en las elecciones del año pasado en Suecia y su vecino ha seguido los mismos pasos. Sin embargo cabe resaltar que mientras que los suecos tienen una política histórica de puertas abiertas a los refugiados, Dinamarca es un país donde en la última década se han endurecido las condiciones establecidas para entrar en el país y conseguir un permiso de residencia.
El gobierno de derechas en el poder hasta la victoria en 2011 de la actual primera ministra Helle Thorning-Schmidt estuvo respaldado por el partido anti-inmigración y anti-europeo Dansk Folkeparti (DF). Fue entonces cuando Dinamarca llegó a romper los acuerdos de Schengen y restablecer los controles en las fronteras comunitarias, debido a la alianza del entonces primer ministro Lars Løkke Rasmussen con DF.
Esta situación acabó con la entrada en el gobierno del partido socialdemócrata que mañana se juega su continuación en el poder. Sin embargo, la presión contra la inmigración extracomunitaria no ha cambiado tanto en sus cuatro años liderando el país. Hace unos meses incluso se anunció la introducción de un nuevo tipo de permiso de residencia temporal para refugiados, quedando reducido a sólo un año de validez y con el que no se permite la reunificación familiar.
“Deben venir menos que el año pasado, porque es difícil seguir este ritmo”, se ha justificado durante la campaña electoral la primera ministra en declaraciones recogidas por Reuters. “Si la paz emerge en el país del que vienen los refugiados, entonces la gente debería volver a su casa”.
Las declaraciones de Thorning-Schmidt son un intento de sacar pecho ante la demanda del bloque de derechas de continuar endureciendo la política de inmigración y asilo, con la seguridad y los costes económicos como principales argumentos utilizados por estos partidos contra los refugiados.
El principal rival de Thorning-Schmidt, el exprimer ministro Lars Løkke Rasmussen, presentó esta semana un nuevo paquete con medidas de inmigración que representa uno de los principales pilares de su programa electoral. Ejemplos de los ocho puntos de este paquete son la denegación de permisos permanentes a inmigrantes desempleados y que no hablen danés o la reducción de ayudas financieras. Rasmussen incluso prometió convocar una sesión de urgencia del parlamento para aprobar su plan ya este mismo verano.
Pero el partido que más ruido ha hecho en el debate es DF, algo que no es de extrañar ya que su posición en contra de la inmigración es una de sus señas de identidad. Una de las primeras reacciones de su líder, Kristian Thulesen Dahl, ante el anuncio de la convocatoria de elecciones fue criticar el gasto en ayudas a inmigrantes y explicar que él utilizaría ese dinero en construir hospitales y en el cuidado de ancianos daneses.
Este discurso, aunque con tono populista, le ha valido a DF ser el partido más votado en Dinamarca en las pasadas elecciones europeas y posicionarse como el principal socio de gobierno si el bloque de derechas consigue superar a Thorning-Schmidt y los suyos.
Ante estos discursos, pocos aliados les quedan a los refugiados que viven en el país escandinavo o a aquellos que quieren pedir asilo. Con una alianza de derechas que tienen entre sus principales objetivos reducir drásticamente la inmigración y empeorar las condiciones de los que ya están allí y una líder de izquierdas que no se opone al endurecimiento de las políticas de inmigración, pocas opciones le quedan a este colectivo.
Sí que pueden encontrar apoyo en algunos partidos minoritarios de izquierdas que se presentan también a las elecciones, pero con un resultado tan ajustado como prevén las encuestas, estos partidos no dejarán de apoyar a Thorning-Schmidt a pesar de las diferencias que puedan tener en este asunto. Por lo tanto, gane quien gane, las elecciones ya están perdidas para los inmigrantes y refugiados en Dinamarca.