A lo largo de la historia, Oriente Medio se ha caracterizado por sus constantes conflictos religiosos. Esto se debe principalmente a que la región está dividida en dos grandes ramas del Islam: Por un lado están los Sunnis y por otro los Shias. Con referencia a los primeros, representan aproximadamente un 80% del mundo Islámico y apoyan principalmente la elección por parte de sus adeptos del sucesor de Mohamed. No obstante, los Shias se corresponden con el restante 20% del mundo Islámico y afirman que el sucesor de Mohamed no puede ser elegido sino que tiene que proceder de la familia del profeta, siendo éste un sucesor. A pesar de que las diferencias parecen mínimas para nosotros, muchos han sido los años desde que ambas ramas están en conflicto, más concretamente desde la muerte de Mohamed en el año 632 d.C, y que hoy en día siguen estando latentes. Con respecto a los principales países que apoyan las dos ramas del Islam, es posible afirmar que hay dos principales países que no sólo proporcionan ayuda financiera sino que en muchos casos proporcionan armas a los diferentes grupos religiosos: Arabia Saudí es mayoritariamente Sunni, mientras que Irán apoya firmemente a los Shias.

Centrándonos en el Arabia Saudí, existen dos organizaciones terroristas a las que sustentan, estas son Al Qaeda y el Estado Islámico. Ambas, representantes del Islam Sunni, afirman haber sido creadas por su llamada a la Jihad. Este concepto está normalmente relacionado con la ‘guerra santa’ cuando en realidad tiene otro significado totalmente diferente que se podría traducir como ‘sacrificio en el nombre de Alá’. La Jihad es una obligación que todo musulmán independientemente de la rama a la que pertenezca, debe cumplir para poder demostrar su fe en ‘el más grande’. Analizando el concepto de Jihad se pueden observar dos divisiones: la interna y la externa. Por un lado todo musulmán está llamado a realizar la Jihad interna que consiste en realizar sacrificios espirituales para buscar una mejora personal siguiendo los preceptos de Alá. Este tipo de Jihad es aquella que nos hace mejorar y crecer como personas, ofreciéndoselo a Alá. No obstante, estos sacrificios no tienen por qué ser radicales sino que pueden ser pequeños retos como por ejemplo no contaminar o incluso trabajar más de lo habitual. Por otra parte, la Jihad externa es aquella que está destinada a proteger y defender el Islam de las agresiones externas, como por ejemplo defender a Alá si se le insulta o las creencias Islámicas allá donde se vaya.

Finalmente se podría que decir que, muchos han sido los grupos terroristas que han malinterpretado el concepto de Jihad utilizando este término para justificar sus acciones terroristas cuando en realidad poco tiene que ver esta palabra con la guerra santa. La Jihad no llama en ningún momento a la radicalización de la religión y por ello, muchos musulmanes hoy en día defienden la buena utilización del término porque al fin y al cabo el terrorismo poco tiene que ver con sus verdaderas creencias.