El mercado de los electrodomésticos es además de necesario en cada casa, un indicativo de la situación económica de las familias. Si los datos están en alza, será sintomático de que el consumo es mayor en el resto de mercados, puesto que la inversión o no en el de los electrodomésticos se considera como el punto de inflexión entre la confianza o descrédito de los mercados.

Pero, ¿hacia dónde camina esta industria? Hay claramente dos objetivos delimitados en un periodo medio/largo de tiempo: Disminuir el consumo energético de las máquinas y lograr que su integración en las nuevas tecnologías faciliten su uso y su relación con el resto de aparatos electrónicos que no faltan ya en ninguna casa.

EQUILIBRAR EL CONSUMO

La disminución de consumo energético tendría que ir de la mano de dos opciones de mercado aún sin explotar: La primera, conseguir equilibrar los precios de venta de productos menos contaminantes con los que más energía gastan. Pese al posible ahorro a largo plazo, a fin de cuentas el consumidor busca ahorrar en el momento de compra, sin pensar en cómo será dentro de un lustro su factura.

El segundo punto, supone prácticamente teorizar sobre un mercado que aún está en pañales: Que los electrodomésticos trabajen a través de energía fotovoltaica. Para este proyecto además, se necesita que los hogares se adapten, algo que de momento es tan costoso como inimaginable en un plano nacional. Tal como cuenta José Prat, Secretario General de FECE, a ROOSTERGNN: “Durante la crisis no se ha pensado en la eficiencia energética”. Los datos han sido abrumadores, cayendo la venta a cinco millones de electrodomésticos vendidos en 2014, siendo en 2006 diez. La industria ha tenido como objetivo principal estos últimos años el de sobrevivir.

INNOVACIONES DETALLISTAS

Igualmente, la propia industria de los electrodomésticos deberá adaptarse a las exigencias de la globalización. José Prat apunta además que “los centros de decisión están fuera del país” por lo que el margen de maniobra queda delimitado a las elecciones que se hagan desde la dirección de las empresas, con el objetivo del mercado a gran escala.

En cuanto a la adaptación tecnológica, el camino por recorrer es evidente pero su utilidad es confusa. ¿Es realmente necesario tener el frigorífico y el horno ligados a tu smartphone o a una tablet? Y la pregunta más importante ¿es compatible ese avance con precios moderados y productos que no consuman tanta energía? Prat nos asegura que el mercado más tarde o temprano acabará invirtiendo fuertemente en ese camino: “Frigoríficos que hagan la compra, quién sabe” nos dice bromeando, “pero a medio plazo la innovación irá por esa vía”.

Ya son populares los electrodomésticos LG con televisión incorporada, mientras que otros más sencillos y económicos y menos contaminantes no. El futuro pasa por los tres puntos analizados anteriormente. Los hemos presentado en orden de prioridades, aunque seguramente nos vayan siendo familiares en un orden muy diferente.