Las redes sociales han revolucionado la manera de entender el ocio. Las opiniones de los usuarios se han convertido en el medidor de interés de un producto. Twitter se ha convertido en el calibrador de un evento, y las buenas o malas opiniones serán claves para que el resto de población tuitera consuma ese mismo producto.

La publicidad ya no te tiene que entrar por los ojos, te tiene que entrar por el TimeLine. La generación Y vive en un mundo en el que se busca su propio entretenimiento, su propio ocio. A diferencia de sus antecesores, pueden elegir y no estar anclados a un solo canal de televisión, o a las revistas del kiosco más cercano. Todo producto de ocio ha adquirido ahora la categoría de internacional.

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Las empresas turísticas han aprendido la lección. Twitter, con unos 284 millones de usuarios ha empezado a sacar rentabilidad a su producto. Ofrece ahora que en el TL de cada usuario, se pueda introducir publicidad no deseada del tipo: Ofertas de casas en Airbnb, vuelos a un precio asequible con fecha cercana… No falta de nada, incluso se incorpora un botón dentro del tweet publicitario para comprar al momento.

Twitter sirve para conetar a la marca y al futuro consumidor. Ahora se tiene la capacidad de leer qué está buscando el futuro cliente, para poder adaptar un plan a su gusto. Y esto es lo que está ofreciendo la compañía de pájaro a las empresas turísticas. Todo se puede amoldar para que las dos partes salgan ganando… con una condición: Las empresas tendrán de primera mano tu opinión sobre dónde, cuándo y por qué quieres viajar.

Las llamadas generaciones Y y Z, no se plantean usar las anticuadas agencias de viajes o buscar en revistas ofertas de viajes. Todo está a través de un link, y cuantos menos clicks al ratón, más probabilidad de éxito. Los medios sociales se están adaptando a la oferta y la demanda, siendo ellos mismos los artífices del cambio.