Esther PérezLos pases Interrail son unos billetes que permiten a los residentes europeos realizar un circuito en tren a elegir entre más de 30 países de Europa. Existen dos modalidades diferentes: el Interrail Global Pass, válido en todos los países incluidos en el programa; y el One Country Pass, dirigido para aquellos que quieran recorrer un estado en concreto de norte a sur. Este tipo de viaje es muy frecuente entre los jóvenes menores de 26 años, que cuentan con una reducción en sus tickets.
Dónde reservar: interrail
Tren nocturno
Leire Gómez, española de 20 años, nos cuenta en primera persona cómo fue su viaje del verano pasado en Interrail.
¿Qué recorrido realizaste y cuánto dinero gastaste en el Interrail?
-Mi viaje de Interrail duró un mes y una semana en total. El recorrido que realicé con un grupo de amigos fue el siguiente: Eindhoven y Ámsterdam en Holanda; Berlín; Praga; Viena; Budapest; Zagerb y Pula en Croacia; Liubliana; Venecia, Bolonia, Módena, Verona y Milán.
Gasté alrededor de 900 euros incluido el Interrail Global Pass (430 €).
¿Dónde dormíais?
-Normalmente en hostales, pero en Berlín y Milán dormimos en casa de unos amigos de allí. En Pula alquilamos un apartamento al lado de la playa. Y saliendo de la comodidad, una noche la pasamos en una estación. Pretendíamos coger un tren litera. Al final resultó que ese tren es de reserva y como no quisimos pagar el suplemento pasamos el resto de la noche en el andén, en una de las cabinas de cristal que habilitan para que la gente no pase frío.
Después de eso, en Italia, pasamos tres noches seguidas durmiendo en la calle porque los hostales eran muy caros. La primera fue en Bolonia y no quisimos quedarnos en la estación porque nos daba miedo. Así que cogimos un tren a lo loco para dormir parte de la noche allí y otra parte en una estación desconocida, rodeados de mendigos. Al día siguiente nos despertó la policía.
La segunda noche que dormimos en la acera fue en Módena, ya que la estación cerraba durante la noche. Así que pasamos parte de la noche debajo de la torre de agua de unos edificios en construcción, y la otra mitad en el asfalto del andén.
La última noche fue en Verona. Ese día mi grupo de amigos y yo estábamos agotados por el peso de las mochilas y el calor. Llevábamos muchos días ‘duchándonos’ en los lavabos de los trenes, camuflados entre la gente que iba a trabajar y deseábamos poder hospedarnos en algún sitio. Intentamos viajar a Milán para dormir en una cama, pero no había programado ningún tren que nos conviniese así que volvimos a dormir en el andén. Para elegir el andén en el que íbamos a pasar la noche, buscamos en el panel de trenes para comprobar cuál era el primer tren de la mañana que llegaba más tarde para tener más tiempo de sueño sin necesidad de despertar rodeados de gente.
¿Qué tipo de alimentos comíais y dónde?
-Normalmente comprábamos comida en el supermercado y la preparábamos en la cocina del hostal. Cuando no tenía o pasábamos el día fuera solíamos comer sandwichs o comprábamos algo tipo kebap, curry wurst en Berlín, pizza en Italia…etc., pero puntualmente. Intentábamos ahorrar al máximo. A medida que bajábamos de altitud la comida empezó a ser más rica y los precios descendían. Así que bajamos la guardia y nos empezamos a dar pequeños lujos, como pedir cosas para picar con la cerveza, o postres dulces. Incluso fuimos a restaurantes algunos días. Recuerdo un vegano en Budapest; los espaguetis a la boloñesa en Bolonia, que no podían faltar; y pescadito frito en Pula.
Admito que tirábamos mucho de las muestras gratis de los mercados y tiendas entre horas. En general, éramos un poco tacaños, pero nos dimos cuenta de que nos poníamos de muy mal humor si teníamos hambre, así que fuimos relajándonos.
Chicas esperando el tren en la vía
¿Qué cosas son no pueden faltar en la mochila de un viajero de Interrail?
-Imprescindible zapatillas cómodas y chubasquero. Aunque por España no lo parezca, Europa es bastante lluviosa. Yo llevé también llevé unos vaqueros cortos y otros largos, un par de leggins, unas cuantas camisetas de manga corta, bikini y también unas zapatillas de tela más decentes para salir de fiesta. Es importante echar algo más abrigado como un jersey y una camisa de franela, y viene muy bien un fular extra largo con doble función de bufanda y de toalla para la playa. Yo opté por vestidos para el viaje, ya que no pesan, son cómodos y muy fresquitos. Además, llevar una pastilla de jabón lagarto es muy recomendable para lavar la ropa. Igualmente, siempre hay que tener en cuenta que necesitas menos de lo que te llevas. A nosotros nos pesaba la mochila una barbaridad, y al final la mayoría de cosas que llevábamos no resultaron ser necesarias.
¿Qué te ha aportado esta experiencia?
– El interrail tiene muchísimas cosas buenas: al encontrarte en una situación a veces un poco precaria aprendes a valerte por ti misma y de algún modo esto conlleva una superación ante circunstancias difíciles. Es decir, este tipo de viaje no es ni de lejos tan cómodo como viajar con la familia. Aunque tengo que decir que hay rutas mucho más confortables que otras. También te ayuda a manejarte muy bien a la hora de coger un medio de transporte en cualquier lugar; conoces muchísimas ciudades y a mucha gente interesante en el camino. Recuerdo con cariño la experiencia increíble que tuvimos en Praga con un grupo de músicos londinenses que tocaban en la calle.
Por otra parte, es genial lo sencillo y lo cómodo que es el sistema del billete único. Deja mucho espacio a la improvisación, que al final es lo esencial en un viaje de mochilero. Igualmente, te permite visitar un montón de pueblos de paso que no hubieras conocido de otro modo. Pero lo mejor es la unión que creas con tu grupo de compañeros de interrail, ya que la confianza que se genera es muy especial. Se soportan largas horas de trayecto y son muchas las discusiones en supermercados pero también hemos reído y bromeado mucho con las surrealistas anécdotas del viaje. Sin duda repetiría el interrail, aunque probablemente acortaría el tiempo del trayecto.