Queda poco, muy poco para poder darle un nuevo impulso a este país. Queda poco, muy poco para que el hombre de la tijera vuelva a cercenar derechos y libertades, si no se lo impedimos. Dice Rajoy, ese hombre de estado que no se ha dignado a dar una rueda de prensa en toda la legislatura, que se ha escondido de los debates con el resto de fuerzas políticas que optan a gobernar la nación, que envía a sus huestes a luchar a brazo partido, amparando su cobardía en una hipotética realidad de partido de gobierno y partido de la oposición, ese hombre que no es sino una caricatura de Presidente, con la ostentosa pretensión de ser renovado en su sillón; dice, estaba yo diciendo, que no es tiempo de experimentos. No conoce, semejante individuo, o no reconoce, o no quiere reconocer, ¡cualquiera sabe! que el avance de la humanidad se ha basado siempre en experimentos, en probar otras vías, otros caminos, nuevas alternativas. Lo contrario es el estancamiento, el inmovilismo, y, por tanto, que otros más atrevidos, de mente más abierta, acaben quedando por delante y, a los que habrá que sumarse más tarde, pagando siempre un precio, porque siempre, en esto, se termina pagando un peaje.

Es el momento de abrir las puertas y las ventanas y dejar que entre aire nuevo y fresco. Ya se verá a dónde nos conduce. Lo que no se puede permitir más, es continuar con esta agonía de carencia de ideas, de políticas obsoletas, de “más de lo mismo”. Que los indecisos, se decidan por dar un salto hacia adelante: a veces el vacío no está tan vacío como parece.

Es el momento de que los que compraron la vieja moto de hace cuatro años, la de hace ocho, doce… no vuelvan a comprarla, más que nada para que ellos mismos, a la vuelta de unos meses no vuelvan a sentirse estafados. Es necesario que no se dejen engañar por los embaucadores, que se rodean de la palabra para venderles las mismas ideas, mientras les ocultan sus verdaderas intenciones.

Es el domingo, es el día 20 de diciembre. Es ahora.