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HISTORIA (1840-1911)
La caída del Imperio
Llegados a este punto, creemos necesario hacer una aclaración sobre el año del fin de la dinastía Qing. El lector ducho habrá notado que el año utilizado en este trabajo difiere del empleado en muchos libros de historia o en páginas de Internet. En efecto, en multitud de publicaciones se considera que la caída de la dinastía manchú ocurrió en 1912, un año después de la fecha empleada por nosotros. No obstante, 1911 fue realmente el año en que desapareció el Imperio, puesto que fue entonces cuando se produjo la revolución encabezada por Sun Yat-sen y se declaró el nacimiento de la República de China.
El levantamiento militar previo al nacimiento de ese nuevo Estado despojó del poder a los manchúes en todo el país excepto en la capital Pekín, o mejor dicho en la Ciudad Prohibida, residencia del emperador. Finalmente, ante la pérdida del control sobre todo el territorio excepto en sus propios aposentos, Puyi, el último emperador manchú, abdicó el 12 de febrero de 1912. Creemos, por tanto, que 1911 es el año en que desaparece el gobierno imperial en China y emerge un nuevo ente nacional, la República. No obstante, puesto que Puyi no dejó el trono hasta el año siguiente, es legítimo considerar que la dinastía Qing, que no su gobierno, perduró hasta 2012.
El fin de la dominación manchú sobre China y el advenimiento de la República se deben a la sublevación militar de Wuchang (武昌), en 1911. No obstante, debemos remontarnos a varios decenios antes y a una gran figura de la historia china, Sun Yat-sen (孙中山), para poder explicar cómo ocurrió todo.
Sun Yat-sen (1866-1925) es considerado por todos los chinos, sin importar a cuál de las dos Chinas pertenezcan, como el padre de la República y el fundador de la Nueva China. Sun Yat-sen nació en Cantón y estudió la carrera de medicina en Hong Kong, donde recibió la influencia del pensamiento burgués occidental. Tras la Guerra sino-japonesa tomó conciencia de que China sólo se podría salvar del desastre si se derrocaba a la dinastía manchú. En 1894, en Haití, fundó la Sociedad para la Regeneración de China (兴中会, Xingzhonghui). Ese fue el origen de la revolución democrático burguesa en China.
Desde principios del siglo XX, debido a la creación de numerosas escuelas de corte occidental y al envío de estudiantes al extranjero, se formó, en China y en los países de la diáspora, toda una red de asociaciones revolucionarias burguesas. Shanghái y Tokio fueron los centros intelectuales de la Revolución, la cual tenía como objetivo expulsar a los manchúes y crear un Estado democrático y multiétnico basado en las fronteras del Imperio Qing.
En 1905 se fundó, en Tokio, la Liga Revolucionaria China (同盟会, Tongmenhui), también llamada Sociedad de la Alianza. Dicha Liga estaba compuesta por la Sociedad para la Regeneración de China presidida por Sun Yat-sen y por las demás sociedades democráticas que surgieron por toda China. La Liga eligió a Sun como su presidente. Tras ello, y siempre en Tokio, Sun Yat-sen publicó un texto en el Diario del pueblo (民报, Minbao), en el que expuso los principios políticos de la Liga: “Nacionalismo, Democracia y Bienestar del pueblo”, más conocidos en China como Los Tres Principios del Pueblo (三民主义, Sanminzhuyi).
Lo arriba expuesto es el contexto y la etapa de desarrollo de la burguesía democrática que produciría el cambio en 1911. Pero es a partir de 1910 cuando suceden los hechos que desembocarían en la Revolución. Ese año se produjo un alzamiento armado en Cantón. Los revolucionarios intentaron asaltar la sede del Gobernador de Cantón, pero fracasaron. En el intento murieron 72 de ellos, que a partir entonces fueron considerados como mártires de la Revolución. Se los enterró en secreto en la Colina de los Crisantemos, donde hoy se erige un monumento conmemorativo. Tras este fracaso, la idealización de los 72 mártires supuso una inyección de moral para el movimiento revolucionario, que ahora tenía un motivo más para derrocar el régimen: honrar a quienes sacrificaron sus vidas sin éxito por conseguirlo.
En 1911, en las casernas del Nuevo ejército de Hubei, en Wuchang (武昌), muchos oficiales difundían la ideología revolucionaria entre las tropas. La decisión de pasar a la acción la tomaron a raíz de la represión de una huelga ferroviaria que estaba teniendo lugar en Chengdu (成都), capital de la provincia de Sichuan, y que debía llevarse a cabo precisamente con tropas del ejército de Hubei. Los oficiales habían acordado amotinarse el 11 de octubre, pero el día 8, mientras fabricaban artefactos explosivos en la concesión rusa de la ciudad de Hankou (汉口), vecina a Wuchang, uno de los artefactos explotó accidentalmente y delató el golpe a las autoridades Qing.
El 10 de octubre por la noche, el Batallón de Ingenieros decidió apoderarse del arsenal de Wuchang y tomar la ciudad. Otras unidades se unieron a ellos y atacaron la sede del Gobernador, el cual escapó a tiempo. El 11 de octubre la ciudad fue tomada por completo y un gobierno militar, el Gobierno Militar de Hubei, decretó la abolición de la dinastía y la instauración de la República de China. La rebelión se extendió como un reguero de pólvora y, a finales de octubre, 14 de las 18 provincias chinas ya se habían sublevado y habían proclamado la independencia con respecto al gobierno manchú.
Mientras tanto, la Liga Revolucionaria decidió que Nankín se convirtiera en la capital de la República y declaró a Sun Yat-sen como su presidente provisional. El 1 de enero de 1912, Sun Yat-sen fue investido presidente en funciones, se decretó la sustitución del calendario lunar por el gregoriano y se adoptó la bandera pentacolor (rojo, amarillo, azul, blanco y negro) como nueva bandera nacional, en la que cada color representaba a cada una de las 5 etnias principales de China: la Han, la Manchú, la Uigur, la Mongol y la Tibetana.
El 12 de febrero de 1912 abdicó el emperador Xuantong (宣统), más conocido como Puyi. No obstante, los frutos de la Revolución fueron usurpados por un caudillo militar llamado Yuan Shikai (袁世凯), que fue promovido con la ayuda de los imperialistas extranjeros, y que tras obtener la presidencia de la República se autoproclamó (efímeramente) emperador. Así pues, la República no consiguió cambiar en absoluto la situación del pueblo chino, y desde su advenimiento China continuó siendo un país semicolonial y semifeudal. De ahí la victoria comunista en 1949, única salida que se le ofrecía al pueblo chino frente a la ineptitud de los nacionalistas del Kuomintang (国民党) y a la injerencia y arrogancia del imperialismo extranjero.
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