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LA TRADUCCIÓN
En general, la invasión y conquista de China por los manchúes supuso un impulso para el campo de la traducción. Ello fue debido a que la administración manchú, atendiendo a la multietnicidad sobre la que gobernaba (recordemos que había ocho estandartes mongoles y otros tantos chinos, además de los ocho originales manchúes), mandaba traducir todos los textos que se producían en la corte a tres lenguas: el manchú, lengua tungús de la familia de lenguas altaicas, el mongol y el chino mandarín. La traducción no solo se centraba en los edictos imperiales, sino que también comprendía los textos religiosos. A guisa de ejemplo, podemos decir que la conquista del Tíbet por los manchúes y el respeto que sentían los emperadores Qing hacia el budismo hicieron que el emperador Qianlong mandase traducir al chino todos los textos del budismo tibetano o Lamaísmo.
La voluminosa obra, llamada Qianlong Tripitaka (乾隆大藏经, Qianlongdazangjing) contiene la traducción de todos los textos budistas traídos desde la India por el monje Xuanzang (602-664, dinastía Tang), conocido en Occidente como Tripitaka, que posteriormente fue convertido en personaje de ficción y protagonista principal, junto al Rey Mono, de la célebre novela china Peregrinación al Oeste, obra que narra las aventuras del Rey Mono acompañando al monje a buscar los sutras budistas. Esa novela inspiró la famosa serie de animación japonesa Bola de Dragón.
Otro impulso para la traducción durante la dinastía Qing surgió del contacto entre los jesuitas y la corte china, a comienzos de la dominación manchú. El emperador Kangxi, gracias a su excelente relación con los jesuitas, disponía en su biblioteca de un gran número de obras en lenguas europeas, algunas de las cuales mandó traducir al chino. Asimismo, los jesuitas, con ayuda de los letrados mandarines, tradujeron numerosas obras científicas al chino para difundir el conocimiento en el país asiático.
En 1697 y 1722, Kangxi realizó sendas donaciones de libros a Luis XIV. Con esos libros, los franceses sentaron las bases del estudio del mundo chino (la sinología) mediante la traducción de los mismos. Para ello contaron incluso con la ayuda de un chino que estudiaba en Francia y que se convirtió en el “intérprete de chino del Rey Sol”: Arcade Hong. Además, este fue encargado de catalogar los libros en chino de la biblioteca real, y de la traducción al francés del Diccionario Kangxi, si bien esta última empresa nunca logró finalizarla.
Los jesuitas franceses tradujeron el texto de una obra de teatro china del siglo XIII. El título fue traducido por L’orphelin de la famille Zhao (“El huérfano de la familía Zhao”). Dicha traducción inspiró a Voltaire una tragedia en cinco actos titulada El huérfano de China (1755).
En 1862, bajo el impulso del Movimiento de Extranjerización, se fundó la Escuela de Estudios Mixtos (同文馆, Tongwenguan), donde se preparaba a los intérpretes y funcionarios encargados de las industrias creadas por ese mismo movimiento reformador. Se impartían cursos de inglés, francés, ruso, alemán y japonés. Posteriormente se fundaron escuelas del mismo tipo en Shanghái y Guangzhou (Cantón), lo que produjo una demanda de personal especializado que obligó al gobierno Qing a enviar un grupo de estudiantes al extranjero (el primero de la historia china), en concreto a EE. UU., para formarse según el método de enseñanza occidental.
En cuanto a la traducción literaria, es obligado mencionar a Linshu (林纾, 1852-1924). Linshu es considerado como el mayor traductor chino de la historia y como el primero de la historia moderna china. Él fue el pionero de la traducción de obras literarias extranjeras, de las que tradujo 171 en sus veinte años de dedicación al oficio de traductor. Tradujo a Shakespeare, Charles Dickens, Daniel Defoe, Victor Hugo, Leon Tolstoy, Cervantes, entre otros. Su primera traducción fue La dama de las Camelias, de Alejandro Dumas, la cual tuvo mucho éxito en toda China como el resto de sus traducciones.
Linshu es una figura importante porque sus traducciones le obligaron a utilizar una lengua menos clásica y más próxima al lenguaje popular. Por eso, el registro de lengua que empleaba es considerado como el estadio intermedio entre la lengua clásica (文言, wenyan) y la moderna (白话, baihua). Pero desde el punto de vista de la traducción, lo más curioso es que nunca llegó a dominar ni remotamente bien ninguna de las lenguas que tradujo. Muchas, incluso, le eran totalmente desconocidas. Para traducir, pues, pedía ayuda a amigos que hubiesen vivido en el extranjero o a extranjeros que supieran chino, para que le explicaran el sentido de las palabras o frases. Se dice que era tan inteligente que traducía simultáneamente lo que el narrador le explicaba. Por todo ello se lo considera un genio de la traducción universal, aunque sea un completo desconocido en Occidente.
Por último, la fiebre revolucionaria desatada entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, que provocó la caída del imperio, tuvo como consecuencia que China mostrara gran interés por los pensadores europeos de la Ilustración. Gracias a ello se tradujeron al chino, por ejemplo, Discurso sobre las ciencias y las artes y El espíritu de las leyes, ambas del suizo Jean-Jacques Rousseau.
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BIBLIOGRAFÍA
EN LENGUA CHINA
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MISCELÁNEA
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