Fue una manzana la que hizo a Newton darse cuenta de que la teoría de la gravedad y de que todo lo que sube tiende a bajar. Lo mismo podríamos aplicar al panorama político español. Un día después de que el CIS publicara el último barómetro de intención de voto de la legislatura de un Mariano Rajoy que se niega a dejar su puesto como candidato del Partido Popular, podríamos intentar volver un año atrás y ver como, al igual que la manzana que cayó en su día sobre Newton, Podemos ha caído casi diez puntos en lo que va de año.
Era toda una sorpresa ver cómo el partido liderado por la antítesis del político al que los españoles estaban acostumbrados ascendía mes a mes puestos en el escalafón de intención de voto de unas elecciones que aún no tenían una fecha fijada. En enero de este año el partido liderado por Pablo Iglesias estaba en su mejor momento. Con una intención de voto próxima al 25% la mayoría de los politólogos sea aventuraron en afirmar que el panorama de las elecciones generales sería muy similar al que hubo en Italia en el año 2013 con tres partidos principales: izquierda, derecha y antiestablishment.
Hoy, con una intención de voto que no llega al 15%, Podemos es el máximo exponente de la teoría de la gravedad y de que todo lo que sube tiende, de una forma u otra, a bajar.
¿Por qué ha descendido tanto Podemos? Nadie está en condiciones de analizar esta caída de forma exacta pero si se pueden establecer unas líneas que podrían determinar por qué los españoles podrían haber decidido dar su confianza a otros partidos que llegaron después como Ciudadanos, un recién llegado que según este último barómetro alcanzaría un 14,7% de los votos frente al 10,8% de Podemos.
Una de las causas de este descenso podría ser la rapidez con la que Pablo Iglesias y su equipo irrumpieron en la escena política española tras las elecciones al parlamento europeo de mayo de 2014. Pablo Iglesias, Iñigo Errejón, Juan Carlos Monedero, Pablo Echenique o Carolina Bescansa llegaron a nuestras vidas casi de improviso con su discurso en contra de la casta y de un sistema democrático que favorecía a los corruptos. Un discurso fundamentado en el descontento general de un grupo de políticos de izquierdas que a pesar de intentar mantenerse al margen de la denominación “derecha-izquierda” fueron arrinconados por el resto de partidos políticos hacia la izquierda más extrema.
Tan rápido llegó el partido comenzaron a aparecer las noticias que vinculaban al grupo político morado con Venezuela y su propia crisis interna. Durante este periodo también aparecieron nuevos partidos que amenazaban con quitarle el apellido del “cambio” como Ciudadanos que no tuvo un crecimiento tan acelerado y que en este último barómetro se consolida como tercera fuerza política tras el PP (29,1%) y PSOE (25,3%).
Con un discurso solvente y con los barómetros aún a su favor, Podemos llegó a 2015, año de elecciones por excelencia como uno de los favoritos que, sin embargo, quedó relegado a un plano que no esperaban ni ellos ni, por supuesto, el resto del país. La salida de Juan Carlos Monedero fue otro de los retos traducidos en forma de crisis a los que tuvo que enfrentarse Pablo Iglesias como líder del partido.
Ahora, a un mes y medio de las elecciones, el que un día se convirtió en la antítesis del político español aparece en los programas de entretenimiento de la televisión y canta una canción para la audiencia. Esa que en un mes se plantará frente a unas urnas y decidirá el futuro del país, acordándose o no (¿quién sabe?) de la manzana de Newton.