ERITREA. Eritrea es un país escasamente conocido en España y pocos han sido los conciudadanos españoles que lo han visitado. Aunque ello es posible y hay agencias que organizan estancias al país, su convulsa situación interna y su ubicación geográfica en el Cuerno de África, en compañía de países tan inestables y complejos como Djibouti, Etiopia o el estado fallido de Somalia no lo convierten en un destino “apetecible”, pese a que si viviera en paz y una mínima libertad, es un excelente destino turístico y su capital, Asmara, especialmente interesante. Acostumbrados a ignorar lo que desconocemos, sin embargo, Eritrea existe y hoy, es una cárcel oscura y terrorífica ignorada por Europa y el mundo, aunque para muchos lectores quizá nunca hayan oído hablar de Eritrea y si así ha sido, no puedan ubicarla o citar un mínimo dato de ella.
Eritrea es un país independiente desde mayo de 1993 y por tanto, de los más jóvenes de África (sólo Sudán del Sur le supera) que formaba parte con anterioridad de Etiopía. Conviven 4,6 millones de habitantes y una extensión de algo más de 121.000 km2. Su situación política ha llevado a que se a veces denominada “la Corea del Norte de África”, algo que ciertamente es más bien una burda comparación. Eritrea es algo más que eso, porque además, nos es geográfica y humanamente muy próxima a los europeos.
Eritrea es una de las dictaduras más salvajes, represivas y criminales no sólo de África sino de todo el mundo. Su independencia, refrendada por sus ciudadanos, fue el resultado de más de 30 años de guerra contra el estado etíope.
Ya Independiente, Eritrea ha evolucionado desde el 1993 hacia la catástrofe social, política y humanitaria. Se calcula que dos terceras partes de su población vive bajo el umbral de la pobreza y la desnutrición infantil es altísima. Por el contrario, el gobierno centra mayoritariamente su presupuesto en armamento y financiar sus fuerzas armadas.
Eritrea sólo ha conocido un Presidente, el dictador Isaías Afewerki. Líder guerrillero que se alzó con la victoria contra Etiopía tras más de 300.000 muertos para conquistar la libertad y posterior dictadura, es el Presidente perpetuo de un país donde las elecciones han quedado prohibidas.
La Eritrea de hoy es la de un país en estado de excepción permanente. Uno de los primeros elementos a tener en cuenta es que la dictadura azuza constantemente dos ideas: el recuerdo a la antigua guerra de independencia y la hecatombe que produjo y la situación permanente de “fortaleza asediada” propagada por el gobierno, según el cual Etiopía puede en cualquier momento lanzar un ataque para su invasión, pues sus conflictos bélicos han sido recurrentes tras la independencia. Para el gobierno eritreo, el país vive rodeada de enemigos que desean aniquilar el país, lo cual justifica cualquier decisión interna represiva.
Estos argumentos han permitido al régimen de Afewerki obtener dos rendimientos claros: mantener un sistema de partido único y conseguir que su presidencia sea la única en los últimos 21 años, en un marco de ausencia de libertad electoral.
Europa mira hacia otro lado, en cuanto a Eritrea. Y el resto del mundo. El caso de la Unión Europea, lo hace por nauseabundo pragmatismo y geoestrategia y por el temor de que el régimen eritreo abra las puertas de salida a sus ciudadanos. El Cuerno de África es una zona absolutamente descompuesta y buen ejemplo es el caos del estado fallido somalí, un asunto que parece no poder resolverse nunca. En Eritrea, además, la población está partida, con la mitad de los ciudadanos de religión suní y la otra ortodoxa.
No son pocos los que afirman que tras las experiencias catastróficas de la caída de Gadaffi en Libia, la situación en Irak o el hipotético futuro de más caos en Siria, es mejor que el dictador sangriento de Asmara siga al frente del país. Pragmatismo sucio que olvida a los seres humanos que sufren el día a día. Por ello, detallaremos continuación algunos datos significativos que permitan al lector conocer más a Eritrea y también meditar sobre la posición que Europa y EE.UU. debería adoptar frente a la dictadura del presidente Afewerki.
- Dos tercios de sus 4,6 millones de habitantes viven bajo el umbral de la pobreza y el 25 por ciento de su PIB va destinado a sus Fuerzas Armadas. “Excelentes” datos comparativos. Según datos de julio del 2012, de Oxfam Internacional, más de 2 millones de eritreos son pobres y sólo unos 270.000 se benefician de ayuda internacional, ya que el propio gobierno bloquea esta ayuda. Todo ello, como hemos dicho, justificado por el presunto estado permanente de guerra que pueda tener origen en Etiopía. De hecho, entre el 1998 y el 2000 se desarrolló una guerra entre los dos países que ocasionó cerca de 300.000 muertos. En ello el Presidente Afewerki ha sido muy hábil, pues al hambre y desolación del país se ha hecho frente con el mantenimiento del miedo y el odio hacia la vecina Etiopía. No hay mejor aliado que focalizar toda la energía en un enemigo exterior para recargar constantemente el nacionalismo interno de la peor calaña, como es el eritreo.
- El Ejército juega un papel central en la realidad eritrea. Puede ser considerado el país más militarizado del mundo, con ese 20-25 por ciento del PIB destinado a gastos militares, cuando la superpotencia global, EE.UU., no supera el 5 por ciento. También el partido único. Un partido sin embargo que ha dado muestras de deseos de cambio, que han acabado de manera poco limpia. En el 2001, algunos miembros destacados del partido único pidieron que se aplicara la Constitución formalmente vigente. La respuesta de Afewerki fue la represión de los disidentes y de los periodistas que informaban de estas propuestas. En el 2002, la Asamblea Nacional prohibió nuevos partidos políticos en el país, lo que ha llevado a Human Rights Watch a considerar a Eritrea como “una prisión gigantesca”.
- Eritrea se caracteriza por una persecución total y absoluta a los medios de comunicación. De hecho, no existen como tales en parámetros internacionales muy especialmente a partir del 11-S en EE.UU., en que el Presidente aprovechó la atención internacional dirigida a Norteamérica y Al-Qaeda para liquidar literalmente los pocos medios que quedaban independientes, con detenciones frecuentes de periodistas, en cifras muy similares a países superpoblados como China o la también muy poblada Irán. El resultado de las detenciones y torturas a periodistas o ciudadanos disidentes generalmente es la muerte. Por otro lado, en las zonas fronterizas, la orden ante cualquier intento de huida es la de disparar a matar.
- Las condiciones internas son tan extremas, que en el 2008 fue Eritrea el segundo país del mundo que aportó más refugiados a las estadísticas internacionales. Casi 63.000 eritreos pidieron asilo político, según ACNUR, en cualquier circunstancia. La huida a otro país, no importa cual, es constante, pese que el presidente Afewerki afirme que “en Eritrea hay suficiente comida para alimentarnos nosotros mismos”, aunque según datos de UNICEF, en el 2009, en relación al 2008, el número de niños con desnutrición grave fue seis veces superior.
- Eritrea es un peligro para el Cuerno de África, pese a las afirmaciones en sentido contrario de su presidente. Ha facilitado armas a grupos extremistas somalíes y mantiene disputas militares con Etiopía y también con la excolonia francesa de Djibouti, si bien la presencia militar gala allí impide cualquier tentativa militar eritrea. En el 2009 el Consejo de Seguridad de la ONU impuso sanciones al país y se le ha acusado de entorpecer la normalización de Somalia, al armar a los rebeldes que se oponen al gobierno central del Estado federal, reconocido internacionalmente. Igualmente, Eritrea mantiene litigios con el Yemen, al estar armando al grupo Houthis, por cierto apoyado por Hezbolah e Irán.
- En cuanto a los derechos y libertades básicas, en Eritrea brillan por su ausencia. No existe la libertad de movimientos, de expresión y de religión –fuera de las religiones aceptadas por el Estado- y la violación de Derechos Humanos es constante y permanente. En opinión del especialista Claire Beston, “Eritrea es uno de los países más represivos, opacos e inaccesibles del mundo” y según Leónard Vicent, también especialista en el país considera que “el presidente Afewerki considera su pueblo, que es controlado en permanencia, como su esclavo. El país se ha convertido en un inmenso campo de trabajo. El servicio militar comienza a la edad de 17 años y termina a los 50. Vivir en Eritrea, donde la economía está totalmente deteriorada, es hoy un calvario”.
- Amnistía Internacional afirmaba que en el 2013 había en Eritrea unos 10.000 presos políticos, detenidos sin juicio en condiciones atroces. Sin embargo, cualquier dato es incontrastable. Las razones de la detención pueden ser muy diversas, desde opositores, a periodistas, pero también a ciudadanos que han intentado huir del país, evitar el servicio militar obligatorio o practicar una religión “no registrada”. Las “legales” son fundamentalmente la islámica y la ortodoxa, repartidas casi mitad a mitad entre la población. Amnistía Internacional denuncia el uso habitual de tortura en los centros de detención. Arrestos arbitrarios, detenciones sin juicio posterior. Claire Beston señala que los prisioneros son encerrados en centros situados en celdas subterráneas o contenedores de transporte metálico instalados en pleno desierto. Generalmente, de la detención a la desaparición sólo hay un paso y las familias nada ya más conocen sobre sus familiares. Algunos datos se refieren a unos 200 centros de detención. Antiguos detenidos que han podido huir claman sobre condiciones infernales, con celdas superpobladas en donde los presos duermen amontonados sin poder moverse (Amnistía internacional, junio 2013, Clare Beston).
- Huir del país es una alternativa altamente peligrosa pero quizá la única. Los eritreos pueden ser detenidos, siempre y cuando no perezcan antes en los campos de minas de las fronteras. Intentan huir a pie, cruzando el desierto y evitando a las patrullas militares. Muchos ya lo han conseguido. Según los datos más recientes, Eritrea es el décimo país del mundo en cuanto al origen de sus refugiados, que alcanzaría casi 300.000 personas, y que se han refugiado masivamente en Israel, pero también en Etiopía y Sudan. Y recordemos: hablamos de un población que no alcanza los 5 millones de habitantes.
- Qué hábil jugador de ajedrez es por tanto Afewerki para sobrevivir a todas estas situaciones? Su pasado como guerrillero y político es extenso y desde un primer momento, a los 18 años, ya se comprometió en la lucha por una Eritrea libre. Luchó contra la dictadura etíope de Haile Selassie y por ello marchó a la China de Mao para ser entrenado militarmente y de vuelta a su país, asumió funciones militares en su lucha contra Etiopía. Cuando en éste último país triunfó la dictadura marxista de Mengistu Haile Mariam, Afewerki se unió al FPLE –Frente Popular de Liberación de Eritrea-, logrando poco a poco controlar casi todo el territorio de Eritrea. En 1991 el FPLE consiguió lanzar la embestida definitiva y liberó a las ciudades, incluida la capital, Asmara. Ante ello, los etíopes adoptaron una actitud generosa –en parámetros de la zona- y en lugar de lanzar un ataque militar contra Eritrea –o quizá incapaz de hacerlo- el gobierno de Meles Zenawi facilitó la independencia no traumática. En abril del 1993, el 95 por ciento de los ilusionados eritreos votaron a favor de la independencia, proclamada el 24 de mayo, pasando Afewerki a ser Presidente, por el voto del Parlamento, que se había constituido un año antes, en 1992. El nuevo partido, y único, prescindió del marxismo y se convirtió ya el régimen en una dictadura unipartidista y unipersonal. El FPLP pasó a ser el partido único PFDJ, Frente Popular por la Democracia y la Justicia, en un ejemplo más de la sordidez de las palabras, pues ninguno de los tres calificativos del partido corresponden en absoluto con la realidad, al no ser ni popular, ni demócrata ni propugnar ningún tipo de justicia.
- Eritrea se enfrenta a una huida de sus ciudadanos, o a su deseo frustrado. En diciembre del 2010 se conoció, a través de los cables de wikileaks que los diplomáticos norteamericanos indicaban que “los jóvenes eritreos huyen de su país en masa, la economía parece estar en una espiral de muerte, las cárceles de Eritrea están desbordadas y el dictador desquiciado del país sigue siendo cruel y desafiante”. Un panorama ante el cual nadie parece reaccionar. Sin embargo, parece evidente que algún día Afewerki perderá el poder, aunque sea por fallecimiento (cuenta ya con 70 años). Ha sido el único líder del país, de guerrillero a Presidente, sólo legitimado por las armas. Los analistas indican que su poder en Eritrea no ha disminuido, al contrario. Se puede afirmar que el país es el más militarizado y aislado del mundo, superando a Corea del Norte. Sin embargo, habrá un día después, que a Europa y EE.UU. sí preocupa, o debería. Eritrea está compuesta por muchos grupos étnicos y religiosos. El dictador de Asmara sirve de cemento de unión, pero su caída o su muerte podrían suponer una guerra civil interna y que Eritrea cayera en la situación de un nuevo Estado fallido, tipo Somalia. En una Eritrea en que todos los ciudadanos tienen preparación militar, Aferwerki, es curiosamente el elemento de unión. De ahí la inacción internacional.
- ¿Lampedusa? Al lector le sonarán los fallecidos recientes en Lampedusa. En octubre del 2013 se hacía pública que africanos que huían habían encontrado la muerte frente a las islas italianas de Lampedusa, con entre 200 y 300 fallecidos, de un barco que portaba 500 ciudadanos africanos. El barco había partido de Libia, y al menos unas 155 personas fueron rescatadas con vida. ¿Nacionalidad? Todas, menos una, provenían de Eritrea, afirmaron fuentes de la ONU. Ante la indeferencia occidental, insensible ya a lo que sucede en la África subsahariana y en el Cuerno de África.
Claro está que a todo ello podemos concluir con dos datos nada anecdóticos. Como buen dictador consolidado, Afewerki niega todo lo dicho antes: “todo son mentiras y maquinaciones de Occidente para desestabilizar el Cuerno de África” (entrevista de Jane Dutton al Presidente eritreo). Y un dato a retener: Eritrea no tiene petróleo y apenas riquezas naturales. El 80 por ciento de la población vive de la economía de subsistencia, cultivando patatas, garbanzos y cereales y la tasa de desempleo se sitúa en el 40 por ciento y en el 2006 sus exportaciones al mundo no alcanzaron los 12 millones de dólares, que pasaron a 25 millones en el 2010. La vecina Republica de Djibouti, con apenas 900.000 habitantes exportó en el 2006, 340 millones de dólares. Es decir, Eritrea es un cero a la izquierda en valor económico para los intereses occidentales ¿Acaso el lector no lo había deducido hasta este momento para comprender el nulo interés de Europa y Estados Unidos sobre este país y sus conciudadanos?