No soy valenciano, pero si lo fuera, me sentiría profundamente avergonzado por el episodio de “la Cridá”, protagonizado por Rita Barberá. De hecho, sin serlo, lo estoy. Más bochornoso que el propio hecho del mal uso de la lengua valenciana, por llamarlo de algún modo, es el hecho de que alguien que ocupa un cargo público en la ciudad de Valencia, no conozca el idioma, cuando el aprendizaje de la lengua es algo obligado para los estudiantes valencianos y mucho más para los funcionarios que trabajan en la administración local que ella misma gobierna. Bochornoso es que la señora Barberá no se haya tomado la más mínima molestia en aprenderlo. Bochornoso es tener que pedir perdón, pero, señora Barberá, perdón se pide a los padres, a los hermanos, a los hijos, a la pareja, a los amigos… En política, se pide perdón y se dimite.

También hemos sido testigos, esta semana pasada, de otro espectáculo vergonzante: la vicepresidenta del Congreso de los Diputados jugando con su tablet, en pleno período de sesiones y cuando ostentaba la responsabilidad de moderar el debate. Deplorable. Millones de trabajadores desempleados. Miles de trabajadores angustiados por la estabilidad de su puesto de trabajo, y la señora Villalobos dedicándose a jugar en su trabajo, en un pleno del Congreso y en el debate más importante del año. Un desprecio a los ciudadanos, un fraude y un robo. Por esto, también se dimite.

El broche de oro lo puso el Presidente del Gobierno, este fin de semana en Andalucía, cuando contestó a Tsipras desde una tribuna, a raíz de unas declaraciones de éste sobre el papel que España y Portugal estaban asumiendo en Europa, tratando de torpedear a Grecia en sus negociaciones con la UE – por cierto, algo que, en absoluto, podamos asumir como incierto . Dijo el señor Rajoy que ellos (los gobernantes griegos) no habían podido cumplir con las promesas electorales a las que se habían comprometido, ¡como si él las hubiese cumplido!

Señor Rajoy, usted hace ya tiempo que también tenía que haber dimitido, y no sólo por el incumplimiento de sus promesas electorales.