El pasado jueves, José Manuel López, candidato de Podemos a las próximas elecciones del 24 de mayo a la Comunidad de Madrid quedó eclipsado por el que fuera uno de sus superiores más directos. El tercero de Podemos dimitía y Pablo Iglesias lo comunicó durante la rueda de prensa de presentación del candidato.
“He tenido hace unos minutos una conversación con Juan Carlos Monedero. Ha presentado su dimisión de los órganos directivos de Podemos y la he aceptado” arrancaba el líder de Podemos.
Horas antes de las 6 de la tarde, horas antes de las de que salieran de la boca de su amigo las “dolorosas” palabras con las que hacía pública su salida de la cúpula de Podemos, Monedero había hecho unas declaraciones en radiocable.com en las que afirmaba sentirse decepcionado con el rumbo que estaba tomando su partido y confiaba en apartarse de la primera línea de la política tras la realización del programa marco que presentaría ese mismo día a Pablo Iglesias. Se tomaría un periodo de reflexión.
Fundador de Podemos y cara visible del partido no quiso dar su brazo a torcer cuando muchos lo acusaron de colaborar y recibir dinero procedente de Venezuela, sin embargo, cuando vio que el barco del que había formado parte comenzaba a perder el rumbo y a parecerse, cada vez más, a aquellos que habían criticado y a los que pretendían sustituir, decidió bajarse. Algunos, ya han tachado esta decisión de precipitada y apuntan a que la causa fuera las fisuras internas del partido, de todos conocidas.
“Nuestra organización se quedaba estrecha para Juan Carlos, Juan Carlos no es un hombre de partido, es un intelectual que necesita volar” continuaba Iglesias.
Quizá su amigo tenga razón. Monedero no estaba dispuesto a ceder, con una estrategia política fiel a los principios contestatarios del 15M llevaba un tiempo poniendo en cuestión el rumbo centrista que había tomado Podemos de manos de Iñigo Errejón y Carolina Bescansa. A todo esto hay que sumarle la división entre Pablo Iglesias y Echenique desde el momento de la constitución del Partido y las luchas con Teresa Rodríguez.
Muchos apuntan que, el intelectual, no quería dimitir. Esa mañana sus palabras se sacaron de contexto pero, esta vez, no ocurrió como el caso de Venezuela; Monedero no recibió el apoyo de Consejo de Coordinación ni de Pablo Iglesias y ésta fue la gota que colmó el vaso. Monedero cumplió con su trabajo: presentó el programa electoral marco y se marchó antes de ver lo que él considera el derrumbe definitivo de su partido.
El problema de Podemos, bajo mi punto de vista, es que es un partido que se ha ido moldeando y creando bajo unas determinadas circunstancias. Tras el éxito obtenido en las elecciones europeas de mayo de 2014 y el interés generado, los fundadores que, en un principio, no se había planteado llegar más allá se lo propusieron: sin programa, si un plan fijo pero con el favor del público (muestra de ello son los sondeos electorales que a 8 meses de las elecciones ya los daban como primera fuerza política) A base de la participación en tertulias políticas de los tres mosqueteros del partido (Iglesias, Errejón y Monedero) se fueron dando a conocer e improvisando una campaña electoral orquestada sobre la marcha. Sin embargo, cuando llegó el momento de ponerse a debatir cuestiones que afectaban a su candidatura y a la línea que iban a tomar sus políticas comenzaron las discrepancias internas.
Ahora, según un sondeo electoral de Cadena Ser realizado durante el mes de abril, Podemos ha bajado en intención de voto un 23%, tanto que ahora sería la cuarta fuerza política detrás de los que muchos consideran su tocayo de derechas: Ciudadanos.
Sin embargo, tengo que añadir que no creo en la rendición de Monedero, no creo en su marcha definitiva.
Hasta luego, Juan Carlos, hasta luego.