Todos hemos seguido estas elecciones Municipales y Autonómicas del 2015, ¿pero todos las hemos vivido? A la mayoría le interesaban los resultados electorales para saber que determinado partido ha ganado o perdido, ¿pero han estado contando y recontando los votos de esos partidos?
Los españoles han sido parte de una jornada histórica en la que la balanza del sistema político en España ha dado, sino la vuelta, un gran giro, y lo que estaba preestablecido ha cambiado hacia una nueva forma de hacer política más joven, más concienciada y reivindicativa. Todo esto ha sido decidido por la población de España, en las que unos y otros, con más ganas o menos, y por libre elección y con entusiasmo o sintiéndose algo obligados y pesimistas han participado y han echado sus votos, en las urnas.
Urnas por ejemplo en las que los niños no pueden votar y el presidente de la mesa debe estar advirtiendo a los padres que no pueden, que lo sienten mucho, que son las normas, aguantando la mirada de compresión o de reproche del padre, la cara de pena o de berrinche del niño. Solo quien ha vivido esto en sus carnes sabe lo que es la regañina de un pobre hombre que solo le hace ilusión que su hijo eche la papeleta, pero señor, el presidente de la mesa no tiene la culpa.
También estar atento a que ningún gracioso quiera echar el consabido voto nulo, llamadlo sobre con una loncha de chorizo, llamadlo x. Y estar atento a que no falten papeletas, no se acaben los sobres, no se desorden los papeles y que nadie se enfade porque no encuentra la papeleta del partido al que quiere votar.
Al final te has aprendido los nombres y apellidos de medio pueblo, conocidos y desconocidos. Buenos días, buenas tardes y buenas noches a todos, deme su dni, tome su dni. La misma retahíla desde las 9 de la mañana hasta las 8 de la tarde. Una experiencia simpática e interesante pero muy muy muy mecánica y que te acaba provocando, quieras o no, un pequeño y molesto dolor de cabeza.
Y llego la tan temida hora: el recuento. Todo nervios, prisas y tensión. Hay que hacerlo primero, bien, y ya si puede ser rápido, porque la gente lleva todo el día allí, sentado o andando de acá para allá, y quieras que no se cansan. Nombres de partidos políticos se repiten incesantemente hasta que se termina de contar y de recontar. La gente está bastante quemada aunque trata de disimurlarlo. Es tarde y todos quieren volver a casa a cenar, pero hay que terminar tan importante labor y todo debe quedar bien cumplimentado.
Rellenar papeles, hacer copias, contrastar cifras, rellenar sobres. 5 interminables horas en las que el estrés puede con todos y algún exabrupto o maldición se escapa de vez en cuando. Todos quieren que todo termine, perfecto y contabilizado, pero cuando antes. La paciencia tiene un límite, y a esas horas del día, ya se ha rebasado con creces.
Finalmente se lleva toda la documentación al juzgado y el resto es cosa de seguir el escrutinio por los medios de comunicación. Llegas a casa y datos y más datos te saturan la cabeza tras haber tenido que transcribir tu solo todas las cifras de los votos de las elecciones.
Esta pequeña crónica, al mismo tiempo que una experiencia de alguien nuevo en las mesas electorales, es una queja para que de una vez se deje de burocratizar tanto el sistema de votación, de que no haga falta de hacer mil copias de cada papel, y poder informatizar, o al menos utilizar algo de la tecnología en la que tanto ha avanzado el ser humano para agilizar el proceso, que llevaría menos tiempo y sería mucho más eficaz y seguro.
Ha sido una experiencia en la que se aprenden muchas cosas sobre la gente y sobre uno mismo, de la que se extraen importantes conclusiones en cuanto a la política y a la población española. Definitivamente estas elecciones han sido tan útiles para el país como para una sola persona.