Es sorprendente lo que sucede en este país. Los esperpentos de Valle Inclán se convierten en todo un ensayo filosófico al lado de lo que estamos viviendo recientemente: Esperanza Aguirre, desesperada, saliéndosele los ojos de las órbitas ante la pérdida del poder, “su tesoro”, proponiendo alianzas de todo tipo contra Podemos, que no es Podemos, sino Ahora Madrid, porque de eso tampoco se ha enterado, ni del programa electoral que presentaba su adversario, ni de nada. Augurando que Manuela Carmena va a derrumbar el sistema democrático occidental. ¡Pues que poderío tiene ahora Manuela Carmena, y nosotros sin saberlo! De ahí transitó hasta la propuesta de crear un gobierno de concentración, en el que también estaría Manuela – ¿un pacto con el diablo? En definidas cuentas, que la condesa no sabe cómo hacerlo para seguir aferrada a la silla, cuando, por las declaraciones que destila por su boca, el lugar más apropiado debería ser un centro de día, donde juegue al dominó y le cuente sus historietas a las demás residentes. Aunque su mal debe ser contagioso, porque saltan a la palestra otros actores con argumentos estúpidos que serían hilarantes, si no fuera por la vergüenza que produce oírlos y el lugar tan alienante en el que dejan a nuestro país. Así, Ana Palacio se descuelga con una frase encumbrable en la que habla de la nostalgia por momentos históricos del Califato. ¡Los nostálgicos de la dictadura franquista acusando de nostálgicos de algo que dista siglos en el tiempo, que nadie ha vivido y nadie ha reivindicado! La mentirosa de las armas de destrucción masiva en Irak y de la adjudicación de la autoría de los asesinatos del  11M a ETA, acusando a los rivales políticos de yihadistas. ¿Cuánto tiempo vamos a tardar en escuchar que detrás de las bombas del 11M estaban Pablo Iglesias , Manuela Carmena o Ada Colau?

Mientras tanto los “honrados” cargos públicos del Partido Popular, extrayendo documentación de las administraciones para destruirla, algo “normal en la administración”, según ellos, ¡qué casualidad, que se hayan puesto todos de acuerdo, justo después de los resultados electorales del 24 de mayo! Ni siquiera el revolcón que se han llevado, después de celebrados los comicios, les ha servido para advertir que los ciudadanos no ostentamos el título de idiota. Son fieles a su genética, el inmovilismo.

El último movimiento de esta peculiar sinfonía, un molto vivace con brio, lo ha compuesto la detención del Delegado del Gobierno de la Comunidad Valenciana y la acusación de delito electoral al PP por parte del juez De la Mata. Y más limpieza y destrucción de papeles. Y más presunción de estulticia de la ciudadanía, y más mentiras, y más llenarse la boca de España, mientras la saquean, y más cifras económicas de recuperación, y más hablar de que han ganado las elecciones, y más, y más, y más. Y, entretanto, la MAYORÍA de los ciudadanos, contando los días que quedan para que se vayan de los ayuntamientos y de las comunidades autónomas y esperando ansiosos echarlos del gobierno del país. Y por si no ha quedado claro lo repito, y en negrita: LA MAYORÍA. ¡Qué lo pinten de verde, o de azul si quieren!