“El día siguiente a la llegada de los marcianos”, los periodistas tenían hambre, los empleados de hotel estaban agotados por tener que atender a los fanáticos presentes. Los chistes antes hechos para ciegos, católicos, razas, serían destinados a estos nuevos compañeros espaciales. Con una sonrisa en la cara, verían despegar el próximo cohete con destino a Venus, o a otro planeta determinado, pensando en quien ser iría para no regresar nunca, hastiado de tanto consumo desenfrenado.

Así, “Los mercaderes del espacio” hacían dinero sin cesar. La ciudad estaba totalmente contaminada, los carros no podían avanzar, las máquinas expendedoras devolvían una sonrisa al transeúnte que las admiraba. Te espiaban si no querías consumir, si por un momento dejabas de creer en el sistema consumista revisaban lo que hacías y lo que supuestamente “deseabas”. Aquél tiempo de profunda sed que no se calma, duró mucho tiempo.

Como los androides que soñaron con ovejas esquiladas del siglo pasado. Altos edificios que no dejan ver el cielo, por más que intentes escalar con tu nave voladora. Pantallas por todos lados, tu atención concentrada en un punto; no, ahora miras hacia la derecha, ahora arriba. Estás en un cilindro, no respiras, cuál es ese olor, ¿dónde te encuentras? “Estabilidad”, era la solución planteada, hasta que llegaste con una máquina del tiempo que podía destruir a todo el universo establemente creado. Te ríes, estruendosamente, para que nadie se de cuenta, que sigan con su rutina diaria.

2001 era el año predicho. No tendríamos que esforzarnos más por actividades básicas como la agricultura o la pesca. Para qué si ya teníamos píldoras con sabor a langosta o maíz. “La ciudad y las estrellas”, una tan distante de la otra. Alguien que se dio cuenta a dónde iríamos, a dónde fuimos y decidió quedarse. La estepa, el prado, la montaña inalcanzable. Lastimosamente hemos perdido la comunicación entre la gran ciudad y la vida verdadera, la recuperaremos algún día, ojalá.

¿Querías ir más rápido o recordar el evento pasado más anhelado? “La noche en que todo tiempo escapó” nos recuerda que podrías volver a ser tu abuelo si la codicia te llena los párpados. Hasta la creación del universo, hasta la dicha de Morir en la cruz, recuerdos que se congelan por no salir de casa, o querer estar en casa estando en el campo.

Unos más clásicos nos contarían la historia de la quema de libros, de la utilidad de la memoria para recordarlos y así evitar su completo olvido. También nos alarman: eliminamos a todos los marcianos, o ellos nos eliminaron a nosotros. No sabremos quién es la sombra o la proyección de quién. Lo que sí sabremos es cómo este gran hermano nos visita a cada momento tras una pantalla, una letra impresa, un comercial inocente, una marcha previamente preparada. No estamos en guerra sino con este lugar del mundo, pero si mañana lo decidimos, estamos en guerra hasta con nosotros mismos.

Una Isla y un mundo feliz. ¿Cuál de los dos prefieres? La conciencia de los que intentan no verse derrotados por la artillería del petróleo y las armas o los que somatizados van tras un sueño, una casa, un carro, lo que sea. Son “ciudades invisibles” nos diría alguien astuto. Una y otra cosa son lo mismo, sólo que aquí no lo saben porque ven lugares que se están creando por siempre y nunca son lo mismo.

Aunque hay una provincia en la que no atienden nunca, en la que el más paciente desespera. Ese castillo que invoca a quien necesite, lo hace esperar para siempre, lo deja en la puerta de entrada. Está también, si no apeteces de los reinos, ”la colonia penitenciaria”. Pasas como visitante de una tortura, un despellejamiento y la alabanza al orden y al control. Cuidado.

Hasta el momento estamos regresando de las estrellas. Nos persuadimos de la existencia de la muerte. Le cantamos a nuestro dios más cercano, esperando que todas estas profecías se desvanezcan pronto. Ay, las almas que no se han quedado, las almas que tanto han recorrido por los mundos inimaginables. Pobres aquellos que entraron al pasillo de galerías infinitas, ya el mundo será para ellos otra cosa.