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La  Directiva de Defensa Nacional 1/2000  mencionaba el fomento de la “Conciencia de Defensa” a través de la Cultura de Defensa. La Cultura de Defensa es el conocimiento de los temas de Seguridad y Defensa. Esa conciencia, es tener clara la importancia de la Defensa en la protección de nuestra sociedad,  sus intereses y valores. La Directiva 5/2002  da origen al Plan Director de la Cultura de Defensa. Las áreas de actuación son educativas, sociales, culturales, parlamentarias, de administraciones públicas, investigación y comunicación. Las áreas que requieren un fuerte empuje son las que se integran en el apartado, Plan SOCIEDAD CIVIL y FUERZAS ARMADAS. Los objetivos del Plan Director Cultura de Defensa, son el aumento del reclutamiento selectivo, diseñar una estrategia de comunicación en los medios de comunicación televisivos y en la prensa escrita y el aumento de la Conciencia de Defensa en la sociedad. El contar con una Estrategia de Seguridad y Defensa es hoy una necesidad. Los ministerios implicados son varios como, el Ministerio de Defensa, Interior, Asuntos Exteriores y Cooperación, Economía y Educación. Es poco conocido que el Libro Blanco de la Defensa Francés  establece la obligatoriedad de “enseñar en las escuelas los valores de la Defensa de Francia y de la Unión Europea”?. Nuestra  Estrategia de Seguridad  tiene que contar con la opinión pública, y para que esta se forme una opinión y reflexión hay que trabajar de forma constante en la Cultura de Defensa, y de Seguridad. Nos tendríamos que hacer la pregunta, de ¿cómo vemos el futuro en lo relativo a la Cultura de Defensa? Podríamos decir que, en el futuro sería conveniente desarrollar un Plan de Cultura de Defensa y de Seguridad para  incorporar a todos los órganos o entidades públicas y privadas involucradas en la Seguridad como corresponde a un concepto integral de la Seguridad Nacional. El fomento de la Cultura de Defensa es una labor continua y en evolución. Pero como decía el Teniente General Diez Alegría; la Defensa de la Nación no es una labor solo de militares, sino una labor conjunta de todos los ciudadanos de una Nación. Todos nos deberíamos sentir reservistas voluntarios en caso de necesidad. El éxito, en el futuro, dependerá de cómo se relacionen los Estados con las sociedades civiles a las que sirven, así como de la implicación de la sociedad civil en las crisis venideras. En cuanto a los medios de comunicación, y teniendo en cuenta la mediatización social a la que contribuyen los medios, se debería desarrollar un ejercicio a la vez de autocrítica y de difusión. Porque si hay un colectivo en el que el complejo atávico persiste es en el periodístico, y, por lo mismo, si desde algún vértice del polígono se tendría que acometer el cambio de percepciones hacia los Ejércitos y la Armada, es desde el periodístico. Los informadores y opinantes, creen, constatan y en consecuencia comunican que las Fuerzas Armadas han cambiado, o será imposible que la sociedad española se sume a un proyecto verdadero tendente a su reconocimiento. Las Fuerzas Armadas tienen que abrirse más a la sociedad, no se puede querer lo que se desconoce. Los políticos deben facilitar con inteligencia y sin prejuicios esa apertura, su conocimiento y el intercambio. Deberíamos conseguir avanzar en los colegios con los niños; en segundo término acceder a los institutos con los adolescentes; y, como tercer paso, lograr penetrar en el corazón universitario, el futuro de esa interrelación entre militares y sociedad civil estaría garantizado y la Cultura de la Defensa se escribiría así, con mayúsculas, en la formación de los españoles.

Las relaciones entre las FAS y el resto de la sociedad

El buen funcionamiento de estas relaciones condiciona las percepciones mutuas y con ello los niveles y los contenidos de la cultura de defensa. Los problemas de estas relaciones vienen condicionados por la historia y las experiencias de cada sociedad, y concretamente por el proceso de transición de unas estructuras no democráticas a unas democráticas y, ya dentro de una sociedad democrática, a las concepciones de lo militar y su relación con lo civil (según sean concepciones basadas en el modelo de Huntington o en el de Janowitz). En una democracia la Política de Seguridad y Defensa es una política pública más. La Defensa es responsabilidad de todos y no sólo de los militares, así como la Sanidad lo es de todos y no sólo de los médicos o como la Educación lo es de todos y no sólo de los profesores. En este marco sólo existe un poder: el poder político civil. No cabe otro poder. Las FAS forman parte de la Administración y están sujetas a la autoridad política civil pertinente. El Parlamento controla a las autoridades responsables de la Defensa (como a las demás), que son responsables del buen y correcto funcionamiento de las FAS (como los demás elementos de la Administración). En este marco no sólo es impensable otro poder, sino afirmar la autonomía de lo militar frente al gobierno democrático. Ello no implica que existan unas especificidades de la vida militar por sus especiales funciones y misiones, por el uso de los sistemas de armas, por la peligrosidad de su profesión al servicio de la independencia y seguridad de todos los ciudadanos. Esto comporta, a veces, percepciones distintas respecto a ciertas cuestiones o a ciertos valores, lo que puede producir algunos roces en las relaciones entre civiles y militares, tanto entre autoridades civiles y mandos militares, por ejemplo en la conducción de operaciones o adquisición de capacidades, como en las colectividades en que conviven unos y otros. Pero estas situaciones son normales en una sociedad democrática. En estas relaciones tiene especial importancia la mediación de los medios de comunicación. En una sociedad mediática, como la nuestra, las informaciones y especialmente las imágenes (y aún más en un mundo globalizado) son básicas para la formación de las percepciones y de las opiniones. Las relaciones entre las funciones de informar-formar-deformar cobran especial importancia en las relaciones sociedad-medios comunicación-Fuerzas Armadas (ciudadanos-periodistas-militares), ya que la información es materia prima tanto para el periodista como para el militar, pero para unos y otros su acercamiento a tal materia puede ser (y es muchas veces) contradictorio. La necesidad de mantener bajo clasificación una información para evitar consecuencias no deseables puede entrar en contradicción con la función informadora del periodista ante la opinión pública. Si a ello añadimos otros elementos como: las percepciones que cada uno tiene del otro, la intervención de autoridades civiles dando las correspondientes directrices, la deficiente formación en comunicación por parte del militar; todo ello puede crear situaciones de tensión indeseables que tienen su consecuencia negativa para la formación de una Cultura de Defensa. Otro elemento fundamental en estas relaciones civiles-militares, lo constituye el tema de la formación, de la enseñanza. Unos sistemas de formación cerrados, sin comunicación, dificultan las relaciones, las mutuas percepciones y la creación de una cultura de defensa. Los modelos pueden ser diversos y cada tradición decidirá el más apropiado, pero la necesidad de relación entre alumnos civiles y alumnos militares y la presencia de profesorado civil y militar forman parte de una comprensión correcta de lo civil y lo militar y sus relaciones. La formación militar también por civiles y la formación en los aspectos militares de la Defensa y de la Seguridad son elementos necesarios para la creación de una Comunidad de Defensa. Para un buen funcionamiento de las relaciones civiles-militares, para el desarrollo de una Cultura de Defensa es imprescindible la existencia y desarrollo de una “Comunidad de Defensa” que relacione a militares y a civiles, a políticos y a intelectuales, a periodistas y a formadores de opinión. Esta Comunidad debe ser ámbito de reflexión y debate sobre cuestiones de Seguridad y de Defensa, debe dar lugar a una masa crítica de información y de informadores sobre estos temas, y debe ser punto de partida para posibilitar una correcta formación en todos los niveles de la enseñanza. Esta Comunidad puede formarse a partir de colectivos diversos, de Cátedras o Instituciones Universitarias, think-tanks, centros de enseñanza militar, aprovechando los recursos que las tecnologías de la información nos ofrecen. En estos últimos años en España esta Comunidad (aún no estructurada como tal) ha ido creciendo, especialmente en algunos Centros de Enseñanza, en algunas asociaciones, en algunos territorios y las iniciativas se multiplican (a veces de forma redundante); un desarrollo extenso e intenso, suficientemente apoyado e impulsado por las autoridades, es un requisito para que la consolidación de esta Comunidad pueda influir positivamente en la formación y desarrollo de la Cultura de Seguridad y Defensa.