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HISTORIA (1644-1840)

Los grandes emperadores manchúes

La dinastía Qing se puede dividir, con fines didácticos, en dos periodos. El primero se extiende desde su advenimiento en 1644 hasta 1800, en que China alcanzó su máximo apogeo en todos los aspectos relativos a una sociedad civilizada. Tanto es así, que la Europa del siglo XVIII, en plena Ilustración, estaba obsesionada con China, ya que esta era considerada como el paradigma de la sociedad racional (en cuanto a su gobierno) y la meca del despotismo ilustrado. Ello se debió a los relatos de los primeros jesuitas, en los que se describía al Imperio del Centro como la sociedad perfecta, seguramente porque al residir en la corte y no con el pueblo llano, su visión del país se veía influenciada por tal circunstancia.

Debido a que la Europa del siglo XVIII estaba en plena ebullición intelectual, con el racionalismo como filosofía dominante, todo cuanto venía de China era considerado como el máximo exponente del buen gobierno y del buen hacer (la perfección de la porcelana, la pintura). Precisamente fue durante ese siglo que la dinastía Qing dio a luz a sus mejores emperadores, quienes gobernaron China con un despotismo ilustrado envidiado en Occidente. Sanearon la economía, realzaron las artes y la cultura, fortalecieron el ejército y extendieron las fronteras del imperio hasta límites jamás conocidos. Las fronteras de la actual República Popular China fundada por Mao Zedong en 1949, siguen grosso modo las fronteras de la dinastía Qing durante su periodo de máximo apogeo.

Kangxi (康熙), el primero de esos tres emperadores emblemáticos, gobernó China de 1654 a 1722. Fue entronizado con tan solo 7 años de edad. A los 13 años se deshizo de su regente, Oboi, y de los partidarios de éste, y tomó las riendas del poder en China instituyendo la etapa de gobierno más gloriosa de la dinastía Qing. Fue un emperador que atesoraba en su persona todas las condiciones morales prescritas por el confucionismo y que, además, procuraba conservar las tradiciones del pueblo manchú puesto que era un asiduo practicante del tiro con arco sobre caballo.

Las crónicas de los jesuitas lo describen como un emperador inteligente, capaz, curioso y honrado: “Siempre he sido capaz de aceptar que cometí errores”, dejó escrito él mismo, y su reinado así lo atestigua. Supervisaba personalmente los asuntos del imperio, y aun así tenía tiempo para estudiar matemáticas con los jesuitas. Patrocinó la publicación de un diccionario de lengua china, el diccionario Kangxi (康熙字典, Kangxi Cidian), así como numerosos libros sobre temas de diversa índole.

Bajo su reinado se conquistó Taiwán, que desde entonces fue incorporada oficialmente al imperio chino. Conquistó el Tíbet, dominó a los mongoles y redujo a vasallaje a casi todos los pueblos fronterizos con China, obligándoles a rendir tributo ante la corte en Pekín una vez al año.

Fue un emperador que se rodeó de eruditos. Entre ellos se encontraban numerosos jesuitas que intentaron convertir al emperador al cristianismo. No lo consiguieron ya que para Kangxi la cultura china era netamente superior a la occidental, y sobre todo porque advirtió las disensiones y contradicciones en el seno de la propia cristiandad.

El emperador Yongzheng | Internet

El emperador Yongzheng | vía Google

El segundo gran emperador de la dinastía Qing, Yongzheng (雍正), fue uno de los hijos de Kangxi. Llegó al poder tras usurpar el trono al heredero designado por su padre, su hermano Yingren, quien fue preparado especialmente para suceder a Kangxi. Gobernó China de 1723 a 1735, y fue un emperador capaz y eficiente, aunque un tanto rígido e intolerante.

Saneó la economía a través de la mano dura en la recaudación de impuestos, que se extendieron hasta los letrados y los nobles. Logró hacerlo porque aumentó el salario de los recaudadores, lo cual redujo su propensión a la corrupción. Fue un emperador autoritario que no permitió la existencia de facciones ni grupos de interés a su alrededor. Llegó a escribir un libro, de lectura obligada para todos en la corte y en los ministerios, en el que dejaba claro que el soberano estaba por encima de cualquiera y que todos debían tener muy claro este punto.

Se interesó por la poesía y los asuntos religiosos. No obstante, no favoreció a ninguna religión, y con la cristiana fue especialmente intransigente. Durante su reinado se expulsó a muchos jesuitas de China y se destruyeron no pocas iglesias. Su sucesor fue su cuarto hijo, Qianlong (乾隆), quien fuera uno de los emperadores más longevos y sobresalientes de la historia china.

El emperador Qianlong a caballo | Internet

El emperador Qianlong a caballo | vía Google

Qianlong tenía 25 años de edad cuando accedió al trono (reinó de 1736 a 1795). Según las crónicas oficiales, la figura de Qianlong está muy mitificada, ya que se lo presenta como el emperador perfecto. Su reinado fue de gran refinamiento y esplendor. En él florecieron la arquitectura, la pintura, la porcelana y las lacas. Asimismo, su reinado sirvió de vector para la difusión de la cultura y la tecnología por todo el sur de China.

En el año 1793, el embajador inglés Lord Macartney arribó a China a la cabeza de una misión diplomática enviada por el rey Jorge III. No obstante, dicha embajada no interesó en absoluto al emperador Qianlong, quien no aceptó ninguno de los presentes que se le ofrecieron. Debido a la negativa de Lord Macartney y su séquito a realizar el kowtow ante el emperador, reverencia consistente en arrodillarse y tocar con la cabeza en el suelo, la embajada tuvo que volver a su isla con el rabo entre las piernas.

A pesar de que el emperador Qianlong representa el cenit de la dinastía Qing, durante la parte final de su reinado también se inició el declive inexorable de la dinastía manchú. Algunos atribuyen la responsabilidad del ocaso de los manchúes en China a un militar llamado Heshen (和绅), que fue ascendido a miembro del Gran consejo imperial por el propio emperador. Heshen se enriqueció ilícitamente, sembró el terror entre los letrados a través de sus secuaces, reportó gastos de guerra ficticios y, debido a su nulidad como estratega, sucumbió ante las rebeliones musulmanas en la provincia de Gansu (1781-84) y de otras minorías en Yunnan, Taiwán y Nepal. La rebelión del Loto Blanco, a causa de la corrupción imperante en la corte, también estalló durante los últimos años del reinado de Qianlong. En 1795, el ya anciano emperador abdicó en favor de su hijo Jiaqing (嘉庆), quien reinó de 1796 a 1820.

 

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