GRECIA. Llamativa victoria de Alexis Tsipras, líder de Syriza. El partido político ha conseguido un 36,3% de los votos y, a pesar de quedarse a dos escaños de la mayoría absoluta, ha logrado ya un hito histórico: colarse entre una política europea principalmente de derechas o centrista y hacerlo, además, de una manera tan ruidosa como lo han hecho.
¿Qué se esconde detrás de este triunfo de la izquierda? Múltiples factores pero quizá el más fuerte sea el hastío, el hartazgo… si se apura incluso el hambre. El triunfo de Syrisa simboliza el golpe en la mesa de un pueblo que se siente dominado y, sobre todo, ninguneado por políticas sin sentido. Políticas supuestas a mejorar una situación económica que sólo empeoran.
Una clase media llevada casi a la desaparición, una clase baja llevada al límite de supervivencia. Un 27,4% de paro, familias que no tienen dinero para electricidad ni para comida, pensiones reducidas, sanidad colapsada y privatizada… y se sigue tirando del hilo. Los intereses de la deuda contraída con Europa no dejan de crecer, al igual que las medidas de “ahorro” impuestas tanto por el gobierno de Pasok como por Bruselas y Alemania. Grecia no para de recibir dinero y, sin embargo, cada vez están peor. ¿Es todo un poco contradictorio, no? Si lo probado hasta ahora es evidente que no funciona, es tiempo de un cambio. Tsipras propone unas medidas que muchos tildan de imaginarias; pero no lo estará haciendo tan mal cuando ha sido elegido presidente tras demostrar sus principios realmente (Syriza ya gobernaba en algunos municipios) y no solo con palabrería de programa electoral.
¿Es Syriza la solución a la crisis griega? Resulta imposible saberlo todavía, pero de momento ya supone un cambio. Claro está que los retos que Tsipras tiene por delante son muy difíciles, (igual que lo serían si la izquierda ganase en las futuras elecciones españolas) pero hay que admitir que tampoco son imposibles. Por ahora tiene una candidatura como margen para demostrar de qué son capaces.
¿Es extrapolable el caso griego al español? Sí y no. Parecida situación pero no idéntica. Podemos no es Syriza, Iglesias no es Tsipras, el PP no es Pasok y nuestra situación económica, aunque mala, tampoco es igual a la griega. Sin embargo, esta victoria abre la puerta a muchas preguntas, dudas e inquietudes entre partidos políticos que durante 40 años han visto asegurado un primer o segundo puesto en el gobierno. Estos partidos, siempre pendientes de si “los rojos” o “los azules” lo hacían mal para recoger el relevo del poder, comienzan a plantearse el hecho de que quizá esta vez sean ambos los que lo han hecho mal y que ya sea demasiado tarde para corregir el error.
¿Tiempo para un nuevo jugador en la escena política española? De momento, la formación de Iglesias juega bien sus cartas para incluirse en ella y sólo el tiempo dirá si el pueblo le deja ganar la partida o no. Quién sí que se cuelga ya las medallas de ganador es Tsipras quién tiene en su mano la decisión de hacia dónde van a dirigirse las políticas europeas a partir de ahora. Una nueva era en el poder europeo de la que nos ha tocado ser espectadores y de la que sólo nos queda esperar para ver hacia donde deriva.