El debate sobre el estado de la nación ha suscitado una gran polémica en la sociedad española. En los hogares, niños y mayores se preguntan quién ganó o quién dio los mejores argumentos, en las universidades hacen master class para lograr entender el debate y sus implicaciones para la sociedad española. Las cafeterías se vuelven a llenar de poetas, escritores y artistas que comentan todas las replicas dadas por Mariano Rajoy en el Congreso la pasada semana. Las redes sociales siguen echando humo hablando del #DEN15 y todavía se pueden ver los últimos coletazos de los discursos de los políticos en los programas de televisión matinales.

Seguro que tienen en sus cabezas una duda que no les deja dormir y que nadie les puede resolver: ¿Quién ganó el debate sobre el estado de la nación? Yo les traigo la respuesta: el debate sobre el estado de la nación lo perdimos los españoles.

Y no lo digo porque, a pesar de que ha sido uno de los debates más vistos (dada la cercanía de las elecciones) el seguimiento ha sido escaso. No les culpo. ¿Quién va a seguir un debate sobre el estado de la nación basado en una única premisa? El “tú más”.

Sin ser expertos, podríamos entender el debate sobre el estado de la nación como una reunión de todos los líderes políticos que forman parte del Congreso de los Diputados: gobierno y oposición, aquéllos elegidos por los españoles. El objeto de esta reunión es hacer balance de la actuación del gobierno y la política general: el estado de la nación. Criticar y alabar y proponer nuevas medidas o formas viables para solucionar aquellas “faltas” que tiene o ha tenido la administración.

Esta vez, el debate sobre el estado de la nación ha dado el pistoletazo de salida al año electoral que tenemos por delante y, por supuesto, a la campaña electoral. Y se ha desarrollado bajo las siguientes condiciones: último debate de la legislatura para Mariano Rajoy y primero para los jóvenes Pedro Sánchez y Alberto Garzón, además de las considerables faltas de dos partidos que forman parte importante de la escena política española: Podemos y Ciudadanos.

En el primer debate para Pedro Sánchez, el Secretario General del PSOE, tenía una doble dificultad: tenía que convencer, primero a su propio partido para después convencer al resto.

Por otra parte, Alberto Garzón tan solo tenía que demostrar a los suyos que estuvieron acertados a la hora de elegirlo como Secretario del proceso constituyente de Izquierda Unida.

Y Mariano Rajoy tenía que valorar su legislatura: errores y aciertos.

Expectativas versus Realidad: Como saben, lo que pasó fue bien distinto. No estoy en condiciones de valorar los  resultados de las encuestas realizadas y publicadas porque dependen mucho de los medios de comunicación que las contratan, de cuáles son sus lectores y de las metodologías empleadas. Y luego está el CIS, el mismo Centro de Investigaciones Sociológicas que en las encuestas previas a las elecciones europeas incluyó al partido de Pablo Iglesias en “otros”.

Por lo que si valoro el debate sobre el estado de la nación del año 2015 como un mitin, me comprenderán. Un mitin donde Mariano Rajoy, convertido en un depredador social con señuelos sociales hace promesas que incumplirá a no ser que le obliguen legalmente a hacerlo. Donde el presidente de la nación presenta un discurso cargado de surrealismo y la falta de temas importantes como la corrupción, Cataluña, Grecia (de Podemos sí que habló pero sin citarlos) Con unas expectativas sobre Pedro Sánchez, quizá demasiado altas y unos resultados quizá demasiado bajos. El guapo confundió ser incisivo y crítico con ser agresivo. Y luego, el otro novato (el más joven) del debate, Alberto Garzón, que sorprendió gratamente a los españoles. Una pena que la mayor parte de la bancada azul no estuviera presente durante el discurso del diputado.

En definitiva: el debate sobre el estado de la nación lo perdimos los españoles. No lo nieguen. Lo perdimos nosotros por permitir el espectáculo, el circo y a los actores que lo conforman. Dicen que Spain is different y siéntanse orgullosos. Lo es.