[translations idioma=»EN» url=»http://rgnn.org/2015/03/10/new-policy-vs-old-policy/»]

Venía envuelto en ese sopor de la mañana, estas mañanas tan idénticamente similares las unas a las otras: los asuntos del día, tan reiterativos  últimamente, los repetidos y consabidos anuncios, la misma voz de todos los días narrando prácticamente lo mismo de todos los días. Eso, he estado meditando, es lo que nos sucede, nos vemos envueltos cotidianamente en una inercia difícil de detener. La política, la vieja política, la tradicional, nos ha calado hasta los tuétanos, ha penetrado en nuestras identidades como si fuera parte de nuestro propio ser, nos ha transmitido, nos ha infectado de toda su sustancia y, probablemente, nos ha hecho creer que nada diferente puede ser posible. Hemos vivido, nos hemos alimentado, o, mejor, hemos alimentado, un  modelo que nos está destruyendo lentamente, como una enfermedad mortal, un cáncer, una cirrosis, una gangrena.

Ha comenzado la campaña electoral en Andalucía y ya estamos siendo testigos mudos de las tediosas fórmulas habituales. Se debate. ¿Se debate?  Desde la modesta opinión del que escribe, no. No se debate. Careos acusatorios y marketing disfrazado de propuestas, desde, repito, la modesta opinión del que narra. ¿Ideas, cuántas? No existen en los partidos que hasta la fecha se han disputado el poder. Los cuchillos vuelan por el aire, puede escucharse su zumbido, cortando el aire. Pero el modelo no se cuestiona, aun a sabiendas de que no funciona, porque es meridianamente claro que no funciona. Puede que ellas, las poderosas formaciones políticas que lo sostienen, no lo vean. Puede ser. No puedo culparlos. Todos hemos sido alguna vez cautivos de nuestra visión de las cosas, pero, también a juicio mío, hay una gran mayoría que ha dejado de creer en la validez del modelo. Hay una multitud que ve la necesidad de un cambio. Cualquiera que haya, alguna vez, aplicado un procedimiento científico, sabe que cuando el análisis de un modelo se estanca, hay que buscar otro, nuevas soluciones, innovar.

Algunos han pensado que lo que construyeron hace treinta años tiene que ser válido para la eternidad, y no hay nada eterno. Y todos los sistemas, todos, tienen un ciclo de vida, es decir, desde su creación hasta su extinción, pueden sufrir modificaciones y mejoras, pero se alcanza un punto en que no admite más reformas: está agotado. Eso es lo que está sucediendo: el modelo se ha agotado. Necesitamos construir uno nuevo que satisfaga las necesidades actuales. Y junto con el modelo, han caducado todos aquellos elementos que, a ultranza,  tratan de sostenerlo.

Los audaces, los innovadores y los críticos, serán los que consigan encontrar la solución, como ha sucedido siempre en la ciencia, en la economía, en la política, y han conseguido transformar el mundo.