Podríamos entender este año electoral como una batalla; una batalla como las del medievo donde el rey (Mariano Rajoy) puede ser derrocado por cualquiera. En el reino llamado España se rumorea que hay un sector bastante amplio de la población que no está muy de acuerdo con sus medidas y hay varios Duques que quieren quitarle el puesto. Otros, sin embargo, son partidarios del monarca.

Hasta ahí, todo parece normal, sin embargo, el problema llega cuando en las  batallas que se celebrarán durante este año y que se disputarán en las distintas aldeas que componen el reino entran en juego nuevos Duques no conocidos hasta el momento. Se rumorea que el monarca y su equipo de gobierno tienen miedo de la fuerza que puedan llegar a tener estos nuevos competidores. No tienen ni idea de cuán grande puede ser su ejercito pero algunos espías que se manifiestan en forma de encuestas confiesan que puede ser bastante grande la fuerza de estos caballeros.

Es entonces cuando comienza el juego y, a pesar, de que muchos dicen que no hay que confundir las distintas batallas que se celebran durante este año, no cabe duda de que los resultados de las mismas influirán en la batalla final, en sus candidatos y en los ejércitos que las componen. Mariano Rajoy y sus secuaces decidieron, en un primer momento, atacar a Pablo Iglesias, pero, al ver que no funcionaba y que Podemos subía cada vez más en las encuestas decidieron desistir y no utilizar propaganda contra ellos. De hecho, en el debate sobre el estado de la nación, Rajoy decidió no nombrarlos de un modo directo en su discurso, para no darles el protagonismo que merecían.

Por otra parte, el partido de Albert Rivera; Ciudadanos, que sube cada vez más en las encuestas y participa más activamente en los medios de comunicación, también podría ser un problema para el PP, aunque la ideología de este nuevo protagonista de la batalla les conviene mucho más que la de Pablo Iglesias: Rivera se sitúa al centro e Iglesias a la izquierda de la izquierda.

A Ciudadanos si que los nombran y éstos les responden, pero, ¿forma parte de una estrategia para que éstos adquieran un mayor número de votos que Podemos o no son conscientes que el número de veces que los nombran y los critican aumenta proporcionalmente su oportunidades de llegar más lejos en las elecciones?

Bajo mi punto de vista las dos opciones podrían ser igualmente validas: al PP le conviene mucho más Ciudadanos que Podemos. Si no consiguen mayoría absoluta o deben pactar es el partido con el que más posibilidades tienen. Por otra parte, si lo hacen de un modo inconsciente volverían a dar una muestra más de su falta de comunicación interna.

Aunque no lo crean, la primera batalla se acerca: Ciudadanos y Podemos siguen subiendo y PP y PSOE siguen temiendo. Pero en esta España no hay cordeles ni armaduras, ni siquiera caballeros capaces de luchar por el reino, el poder está en manos de los ciudadanos y en el hecho de depositar un sobre blanco en una urna transparente. ¡Cómo han cambiado las cosas!