Puedes leer la duodécima parte aquí.

ARTE Y LITERATURA

Arte

La pintura durante la dinastía Qing continuó el camino marcado por la dinastía precedente. El emperador Qianlong era un excelente pintor y se dedicó, además, a coleccionar pinturas para su colección privada, llegando a reunir unas 8.000 obras. La pintura se dividía en dos tendencias principales: la tradicionalista y la individualista. A la primera pertenecían letrados que practicaban la literatura y las artes, y que seguían los modelos pictóricos de las dinastías Song y Yuan, pintando paisajes ordenados y predecibles, por no decir estandarizados. Los individualistas tenían mayor creatividad y espíritu de rebeldía. Entre ellos destacan Zhu De (1625-1700), un monje budista que pintó paisajes y animales llenos de vigor y significado; y Dao Ji (1663-1714), otro monje budista famoso por su célebre máxima: “el método que consiste en no seguir ningún método es el mejor método.”

La laca, el jade, el esmalte y la porcelana alcanzaron gran refinamiento durante la dinastía manchú, haciendo las delicias de la aristocracia europea, sobre todo la francesa (las famosas chinoiseries) durante el siglo XVIII. Incluso existían catálogos de porcelana para que los europeos encargasen el producto que deseaban.

Una mención especial es debida al antiguo Palacio de Verano (圆明园, Yuanmingyuan) de la capital china. Este palacio fue considerado como el jardín más bonito del mundo en su tiempo. Comenzó a construirse durante el reinado de Kangxi. En él se aunaban edificios de estilo chino con otros de estilo clásico europeo diseñados por jesuitas al servicio de la corte manchú. En su interior se almacenaban obras de arte de valor incalculable: pinturas, caligrafías, piedras preciosas, bonsáis, estatuas… Durante la segunda Guerra del Opio (1856-1860), británicos y franceses saquearon por dos veces el palacio antes de prenderle fuego y destruirlo por completo. Muchas de las obras robadas nutren hoy día las colecciones de arte chino de muchos museos de países occidentales. A falta de no poder recuperarlas por medios diplomáticos, el gobierno chino dedica un presupuesto anual destinado a la compra en subasta de éstos y otros objetos robados por los imperialistas occidentales, sobre todo durante la represión de la Rebelión Bóxer. Así, hace unos años el gobierno chino pudo recuperar en subasta una pieza de bronce perteneciente a una fuente del Palacio de Verano en la que sus doce chorros de agua eran expulsados desde la boca de los doce animales del horóscopo chino. Actualmente, del citado palacio solo restan unas pocas ruinas conservadas para que no se olvide lo sucedido.

Expolio del antiguo Palacio de Verano | vía Google

Expolio y destrucción del antiguo Palacio de Verano | vía Google

Literatura

En el siglo XVIII, la literatura en lengua vernácula sufrió un gran cambio: ya no era bien visto escribir en lengua vulgar y el puritanismo se adueñó de las letras chinas. Así, el género novelístico, tan prolífico en China desde épocas remotas, y también los cuentos, pasaron a escribirse en estilo clásico. No obstante, las obras así escritas, aunque perdieron a su público (el pueblo), ganaron un caché que hoy les permite ser consideradas como obras maestras de la literatura universal.

La novela china más famosa es, sin duda, el Sueño del pabellón rojo (红楼梦, Hongloumeng), donde se cuenta la historia de una familia pudiente de Nankín, cuyos miembros pertenecen a varias generaciones, aunque viven bajo el mismo techo. Su autor, Cao Xueqin (?-1763), recrea sus propias experiencias personales sobre la vida en un hogar de clase acomodada con todas sus complicaciones: la tiranía de los mayores, los amores frustrados entre primos, etc. El libro contiene en sus páginas casi todos los elementos de la cultura china clásica.

Escena del Sueño del Pabellón Rojo | vía Google

Escena del Sueño del Pabellón Rojo | vía Google

Otra novela importante es Los mandarines: Historia del bosque de los letrados (儒林外史, Rulinwaishi), en la que con mucha ironía y amargura se denuncia el mundo de los mandarines, lleno de falsedad e hipocresía. Es una sátira del poder y ha sido traducida al castellano por Laureano Ramírez Bellerín, uno de los sinólogos españoles con más renombre. Su autor fue Wu Jingzi (1701-1754).

Como novela de relatos cortos tenemos la célebre Cuentos fantásticos de un estudio chino (聊斋志异, Liaozhai zhiyi), escrita por Pu Songling a comienzos de la dinastía Qing. Es una novela en la que a través de numerosos cuentos sobre espíritus y fantasmas se realizan críticas veladas contra funcionarios y terratenientes, y las intrigas de estos para alcanzar sus codiciosos objetivos. Hay un relato en el que se critica al poder manchú, a raíz de una matanza que éstos cometieron contra campesinos chinos y en la que asesinaron a centenares de personas.

Por lo que respecta a la poesía, la dinastía Qing dio a luz a Yuan Mei (1716-1798), poeta comprometido con la causa de las mujeres, a quienes consideraba iguales a los hombres, algo que a la sazón no estaba tan claro. Organizaba un taller literario al que invitaba a muchas mujeres a participar en sesiones de poesía, lo cual le hizo bastante impopular entre sus coetáneos, imbuidos por la moral confuciana. Su poesía reflejaba su carácter libertario, excéntrico y despreocupado por el contenido moral que se le suponía a la poesía.

Obras generales

Los emperadores manchúes fueron grandes patrocinadores de la cultura y de la difusión del conocimiento, y algunos de ellos dejaron pruebas de su erudición. Durante el reinado de Kangxi se elaboró, entre otros, el Diccionario Kangxi (康熙字典, Kangxicidian). El emperador Yongzheng promovió la creación de academias (书院, shuyuan), el equivalente de la época a los think tanks actuales. Sin embargo, esta pasión por la cultura no estaba exenta de un ansia de control y censura sobre todo lo que se escribía o estaba ya escrito. De hecho, durante el reinado de Qianlong, entre los años 1774 y 1789 se produjo una inquisición literaria a causa de la cual muchos libros fueron prohibidos o destruidos, y sus autores perseguidos o ejecutados. Cualquier palabra que pudiese relacionarse con una crítica a los invasores manchúes podía valerle la ruina (mucho más que económica, en este caso) al autor.

Durante el reinado de Qianlong se llevó a cabo una gigantesca compilación de todo lo escrito en China a lo largo de la historia. La obra “Textos completos de los cuatro tesoros: clásicos, historia, filosofía y ciencias” (四库全书, sukuquanshu) necesitó 20 años y el concurso de 15.000 personas para ser terminada. Fue un trabajo gigantesco no solo por su extensión en páginas, sino porque además, para su compilación, los letrados tuvieron que recorrer toda China, incluso por los lugares más remotos, en busca de los materiales a clasificar. La obra ocupó 11.095 volúmenes y se hicieron siete copias, de las que solo han sobrevivido tres.

En general, la dinastía Qing se caracterizó, más que por la creación, por la compilación y ordenación de bibliotecas. Los ricos mandarines retirados que vivían en las ciudades jardín de Suzhou y Hangzhou, en el sur de China, poseían muchísimas bibliotecas privadas de una gran riqueza.

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