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EL CANAL DE KRA

La concreción de la Ruta de la Seda Marítima del Siglo XXI (Una Franja, Una Ruta) pasa por la construcción del canal de Kra. También conocido como el canal Thai o canal del istmo de Kra, dicho canal uniría el mar de Andamán con el golfo de Tailandia y permitiría ahorrar 1200 km de navegación respecto a la ruta que cruza por el estrecho de Malaca. Su construcción permitiría navegar del Índico al Pacífico y viceversa sin tener que adentrarse por el estrecho, ahorrando un tiempo considerable a los superpetroleros provenientes del mar Rojo, del Cuerno de África o del golfo Pérsico en dirección a China, Corea y Japón. Reduciría también los costes del transporte por mar de la energía, generando así una mayor renta disponible para los países de la región Asia-Pacífico. Por último, mejoraría la seguridad del transporte marítimo en la región al ser innecesario navegar por las aguas infestadas de piratas del estrecho de Malaca.

El proyecto nació 10 años atrás a propuesta de las autoridades chinas. Durante este tiempo, China ha ido estrechando los vínculos económicos con Tailandia para disipar sus dudas y enrolarla en el proyecto. Al fin y al cabo, Bangkok sería el principal beneficiario económico si se llegara a materializar tan ambicioso plan. La adjudicación del desarrollo y la construcción de la red ferroviaria de alta velocidad tailandesa a China se enmarcan en el contexto de cooperación entre ambos países, cuyo colofón sería, de concretarse, la construcción del canal de Kra.

Importante ahorro de tiempo de navegación | vía Google

Importante ahorro de tiempo de navegación | vía Google

Hasta el momento, y tras 10 años de estudios de viabilidad, solo se ha logrado firmar un memorándum entre Pekín y Bangkok. No obstante, en mayo de 2015, China organizó en la ciudad sureña de Guangzhou (Cantón) el primer seminario sobre investigación e inversión para el proyecto del canal de Kra. En él participaron inversores de todo el mundo para estudiar la viabilidad técnica, económica y financiera de tan faraónico proyecto. En China se considera que la organización de este evento demuestra el interés internacional por un plan que podría cambiar la correlación de fuerzas en el Sudeste Asiático y lo consideran como el pistoletazo de salida del inicio de las obras.

No obstante, a tenor de los 10 años empleados para conseguir la firma de un solo memorándum, nuestro análisis es que pueden transcurrir otros 20 años hasta que el canal de Kra esté finalizado, si realmente acaba por construirse. Esos dos decenios extra se dividirían en 10 años para alcanzar la firma del contrato de inicio de las obras, más otros dos lustros (siendo generosos) para la finalización de las mismas.

Firma del memorándum | vía Google

Firma del memorándum | vía Google

Oposición y dificultades

El proyecto del canal de Kra despierta recelos en la región del Sudeste Asiático. Es evidente que para China se trata de un proyecto clave para superar el cerco por mar al que se encuentra sometido, cerco que tiene su cuello de botella en el estrecho de Malaca dominado por Estados Unidos. Para Tailandia, la realización del plan tiene un gran interés crematístico al comportar una importante creación de empleo, infraestructuras y servicios. De hecho, al canal de Kra se lo compara en justa medida con el estrecho de Panamá e incluso se lo conoce como el canal de Panamá oriental. A pesar de todo ello, no son pocos los países que se oponen, algunos en voz alta y otros veladamente.

Principal afectado por el proyecto | vía Google

Principal afectado por el proyecto | vía Google

Malasia, Singapur e Indonesia se oponen rotundamente, por razones evidentes. El estrecho de Malaca es una vía marítima histórica y legendaria. La entrada en servicio del canal de Kra tendría como resultado una reducción drástica del tráfico marítimo por el estrecho, condenando a la miseria a una plaza financiera como es Singapur y a dos economías emergentes como son Malasia e Indonesia. Entre los países que se oponen a regañadientes destacan Estados Unidos y el Reino Unido.

Washington y Londres no quieren perder la ventaja geoestratégica que les proporciona el estrecho de Malaca. El canal de Kra acercaría política y económicamente a todos los países de la región a China y pondría en peligro la supremacía de EE. UU. en la región. No obstante, su oposición no puede ser sino velada, por cuanto el nuevo canal los beneficiaría a ellos también. De hecho, solo los tres países del estrecho se verían afectados económicamente. Para el resto, incluidos Japón, Corea del Sur, Vietnam y Filipinas, todo son ventajas económicas. Sin embargo, dada la afiliación de esos países con Washington y sus propias disputas territoriales con China, todos preferirían que no fuera un proyecto chino. Por desgracia para ellos, en la actualidad solo China cuenta con el capital y la voluntad geopolítica necesarios para emprender un proyecto de semejante envergadura.

Para salvar los obstáculos políticos que podrían echar por tierra la viabilidad del proyecto, Pekín tiene la intención de permitir que el canal de Kra cuente con participación accionarial abierta. De esta manera, a la vez que China conservaría una participación sustancial en el proyecto, facilitaría que los tres países más afectados pudieran obtener una parte del pastel y así convertirlos en socios en lugar de rivales. La intención de Pekín, como en casi todos los proyectos que emprende, es alcanzar una situación de beneficio mutuo o win-win situation, término que desde hace algunos años se repite sin cesar en todos los discursos de los líderes y representantes del gobierno chino.

El proyecto está lejos de ser una realidad | vía Google

El proyecto está lejos de ser una realidad | vía Google

No obstante, si Estados Unidos quiere poner trabas al proyecto solo tiene que desestabilizar la región. De hecho, es en ese contexto que podemos entender la situación política en Myanmar, país que parece alejarse de China a pesar de los esfuerzos invertidos por Pekín para apoyar a la Junta militar birmana, precisamente para mantener la estabilidad en una zona vecina al istmo de Kra.

Curiosamente, en los últimos años, Tailandia también está experimentando un aumento de la insurgencia de la minoría musulmana que habita en el sur del país. A tenor del historial de Washington en la creación, control y uso del terrorismo islamista por todo el mundo, no resulta descabellado pensar que quizá esa insurgencia esté apadrinada por Estados Unidos con el objetivo de desestabilizar el sur de Tailandia y desbaratar el proyecto. El tiempo y el discurrir de la partida de ajedrez entre China y EE. UU. en la región Asia-Pacífico y el Sudeste Asiático nos dirán el futuro del proyecto del canal de Kra.

Pekín, 14 de junio de 2016