ESPAÑA. El crowdfunding se ha consolidado ya en España como un auténtico sector emergente y no ha parado de crecer hasta convertirse en una forma alternativa de financiar nuevos proyectos, llegando a duplicar en 2013 su volumen de negocio al recaudar 19,1 millones de euros en el país, según Infocrowdsourcing.

Este término anglosajón tan popular hoy día, puede traducirse como micromecenazgo’ o ‘financiación en masa’, y consiste en sacar adelante iniciativas de todo tipo a través de las aportaciones económicas de los usuarios que confíen en el respectivo proyecto o idea. Esto puede abarcar desde la inversión para la edición de un libro, hasta la realización de un cortometraje o el estreno de un nuevo disco. También hay cabida para propuestas menos comunes, como la del polémico Joseph Pulitzer que consiguió recaudar dinero para construir el pedestal de la mismísima Estatua de la Libertad a través de su diario New York World.

El crowdfunding trae consigo además un valor añadido en el proceso creativo, a través de estas técnicas se conoce también la incidencia y el grado de reconocimiento que tiene un proyecto entre los usuarios antes de su puesta en marcha. Estipula los factores de éxito o fracaso de una iniciativa según el nivel de acogida que tenga entre el público y el tiempo que conlleve hacerlo realidad.

El gobierno español acaba de anunciar varias medidas que además de regular, limitan las acciones de las Plataformas de Financiación Participativa encargadas de servir como puente para estos intercambios. Estas normas se materializan en el Anteproyecto de Ley para el Fomento de la Financiación Empresarial aprobado el pasado 28 de febrero, y las reacciones en las redes sociales no se han hecho esperar. La confusión sobre el destino del crowdfunding es palpable.

Hay quien augura la muerte de este innovador sistema de financiación, como el propio presidente de laAsociación española de Crowdfunding, Xavier Olivella, que asegura en una entrevista concedida a Eldiario.es que lo que de verdad necesita este sector es apoyo y no límites. También los hay quienes están a favor de cierta regulación para evitar vacíos legales y mejorar así la transparencia a la hora de conocer los riesgos que conlleva invertir en un determinado proyecto.

La modalidad más extendida entre los cuatro tipos de crowdfunding que existen en España es la llamada de recompensa o contraprestación, que trata de conseguir pequeños inversores particulares a cambio de una compensación u otros valores simbólicos, y supone otra vía los compromisos bancarios que han llevado a la ruina a tantas personas. A estos intercambios se dedican plataformas como Projeggt oVerkami, que en un principio, no se verían implicadas dentro del articulado normativo: «A Projeggt no le afecta de ningún modo, es más, hay un apartado del borrador de Anteproyecto de Ley que especifica con todo detalle que no están limitadas las plataformas de crowdfunding de donación y de recompensa», afirma Valentí Accosta, fundador de esta sólido medio, «creo que es necesario regularlo pero hay que tener muy presente que las limitaciones excesivas pueden ser contraproducentes».

Las que sí se ven afectadas directamente son las plataformas de inversión y préstamo, equity y lending crowdfunding, que pasan a estar controladas por la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Empresas como The Crowd Angel, dedicada íntegramente a las inversiones online se encuentra suspendida temporalmente hasta ver cómo adaptarse al nuevo rumbo sin hundirse en el intento.

Las medidas más polémicas que se anuncian desde el Ejecutivo condicionan la cuantía de los importes que pueden aportar los «inversores no profesionales», fijando un máximo de un 10% de la renta en inversión y un límite de 3.000€ por cada operación y 6.000€ al año por actor.

«En The Crowd Angel la media de aportación por inversor y operación es de 12.000€ y la tasa de repetición de media es de 1,5», informa en un comunicado Ramón Saltor, CEO de esta empresa líder, y asegura que «dichos límites por lo tanto torpedean en nuestra opinión el esfuerzo realizado por las plataformas de equity crowdfunding realizado hasta la fecha».

Hay que tener en cuenta que los business angel, que son los inversores particulares, suelen destinar unos 20.000€ en cada start-up. Esto supone un obstáculo tanto para ellos, como para las plataformas implicadas, que además estarían expuestas a multas de hasta 200.000€ por hacer publicidad comercial de ciertos proyectos.

Desde el mundo de la cultura y el sector creativo, tan maltratado por los recortes presupuestarios, solo esperan que estas nuevas medidas no les impida superar las adversidades ante un futuro incierto dónde la innovación, la creatividad y la colaboración ciudadana son elementos clave para conseguir salir a flote.