Noche del 18 al 19 de febrero de 2015, víspera del año nuevo chino. 1400 millones de almas reunidas en sus casas para celebrar la fiesta más importante del calendario lunar. La tradición obliga a compartir mesa en familia y entregarse sin restricciones a la ingesta de alimentos y de alcohol en abundancia. Desde tiempos más recientes, en los hogares chinos se acostumbra a amenizar la celebración con la gala retransmitida por la televisión central. Como en cualquier país del mundo, dicha gala entremezcla actuaciones musicales, entrevistas a celebridades y mensajes de felicitación de personajes famosos. Este año, empero, el Ejército Popular de Liberación (EPL) tenía reservada una sorpresa que dejaría atónitos tanto a chinos como a quien les escribe. Cercana la medianoche, la gala de fin de año fue interrumpida para retransmitir un mensaje de felicitación. No se trataba ni de un actor, ni de un cantante, ni siquiera del presidente Xi Jinping, sino de la tripulación del portaaviones Liaoning felicitando el año nuevo a sus compatriotas desde la cubierta de vuelo del flamante primer portaaviones chino. El silencio imperó por unos minutos en toda China.

La sorpresa fue aún mayor por cuanto 2014 ha sido el año en que el portaaviones Liaoning ha pasado más inadvertido en los medios desde su entrada en servicio en 2012. Solo fue noticia en dos ocasiones durante el pasado año: por la sorprendente visita que el secretario de Defensa de Estados Unidos, Chuck Hagel, realizó al buque el 8 de abril; y por una explosión de vapor de agua el 30 de septiembre, accidente desmentido tajantemente por el ministerio de Defensa. No obstante, sabemos de la ininterrumpida actividad del Liaoning gracias a las múltiples órdenes restringiendo la navegación en el mar Amarillo emitidas por las autoridades chinas durante 2014, hecho que demuestra que no solo no ha restado en puerto, sino que además ha continuado su proceso de conversión en una unidad naval operativa capaz de encabezar el primer grupo de combate de portaaviones de la historia de la Armada china.

Mucho se ha escrito sobre el Liaoning desde su entrada en servicio tres años atrás. En círculos militares occidentales se lo considera un buque que nunca podrá alcanzar la operatividad absoluta debido a que su casco, a pesar de su remodelación, arrastra treinta largos años de historia. Con todo, su existencia es aprovechada por Occidente para criticar la carrera armamentística en la que Pekín se habría enfrascado con el propósito de acompañar su auge económico con un poderoso brazo militar que reafirme su posición en la arena internacional. Por su parte, soslayando análisis geopolíticos y geoestratégicos, China considera al Liaoning como la realización de un sueño, cuya culminación ha sido fruto de la perseverancia y de la determinación propias del pueblo chino por dotarse de un buque insignia capaz de encabezar la incipiente flota de alta mar china por los mares y océanos otrora surcados por el Almirante Zheng He, casi seis siglos atrás.

Primeros portaaviones examinados por el EPL

El Liaoning no es el primer portaaviones al que China ha tenido acceso. Antes de su entrada en servicio, la Armada del EPL tuvo ocasión de examinar tres portaaviones o, si se prefiere, portaaeronaves. El primero de ellos fue el australiano HMAS Melbourne. Fue vendido a China en 1985 para proceder a su desguace. Como suele ser habitual en este tipo de operaciones, Australia retiró todo el armamento y equipos electrónicos del buque antes de su partida al puerto de Guangzhou (Cantón). Incluso se bloquearon las hélices para evitar que China pudiera reactivar el buque y navegarlo. A su llegada a China, el Melbourne fue examinado a fondo por los ingenieros navales del EPL. A pesar del vacío creado por los australianos, los ingenieros encontraron la cubierta de vuelo y las catapultas de vapor intactas. El casco no fue desguazado hasta muchos años después de su llegada a China, e incluso se rumorea que no lo fue hasta 2002. Con 216 metros de eslora, el HMAS Melbourne fue el portaaviones de cubierta despejada más grande en manos chinas hasta la entrada en servicio del Liaoning.

Los otros dos portaaviones tienen como origen la Unión Soviética. Se trata del Kiev y del Minsk, respectivamente la primera y segunda unidades de la célebre clase de cruceros portaaeronaves Kiev. El primero de los dos en arribar a China fue el Minsk. No obstante, el primer comprador fue Corea del Sur. Esta lo adquirió a Rusia en 1995, pero dos años después tuvo que traspasarlo a una empresa china debido al azote de la crisis financiera asiática. El portaaeronaves fue remolcado hasta la ciudad de Shenzhen, muy próxima a Hong Kong, renovado completamente y transformado en un parque temático militar desde el año 2000.

El Kiev, por su parte, fue adquirido en 1999 a Rusia por una empresa china y remolcado hasta el puerto de Tianjin en el año 2000. Tras tres años de trabajos de renovación, el mítico portaaviones soviético se convirtió en un parque temático militar, al igual que su compañero Minsk. Desde 2011, aún en el puerto de Tianjin, el Kiev ha sido transformado en hotel de lujo y alberga un museo de historia naval, entre otras atracciones turísticas.

2001: una odisea en el mar

El portaaviones actualmente llamado Liaoning es el segundo buque incompleto de la clase Kuznetsov, de la cual la extinta URSS construyó dos unidades: el Almirante Kuznetsov, originalmente llamado Tiblisi y aún en servicio en la Armada rusa, y el Varyag, bautizado como Riga antes de la desintegración de la Unión Soviética. La construcción de este último dio comienzo en diciembre de 1985 en los astilleros de Nikolayev, Ucrania. En 1992 se paralizaron las obras a causa de la disolución de la URSS. El Varyag, completado al 67 por ciento, quedó atrapado en el dique seco víctima del fin de la Guerra Fría. En 1994, Rusia comunicó a Ucrania su decisión de no finalizar la construcción del buque. Ucrania, a la sazón desesperada por obtener divisas y por desprenderse de tan gigantesco casco, intentó venderlo de nuevo a Rusia, que declinó la oferta, a China y a India, que por entonces no mostraron interés.

En 1998, Xu Zengping, un empresario chino afincado en Hong Kong, adquirió el Varyag a Ucrania por 20 millones de dólares. Oficial de carrera, Xu fue capitán del equipo de baloncesto del distrito militar de Guangzhou. En 1983, ya retirado de la vida castrense, se reconvirtió al mundo de los negocios. Según su propio relato sobre la adquisición del buque, publicado en enero de este año en el South China Morning Post (Singapur), cuando visitó el Varyag por vez primera quedó tan impresionado que decidió obtenerlo a toda costa para entregárselo a la Armada del EPL. Para ello creó una empresa en Macao que sirviera de tapadera a toda la operación. A pesar de que la compra resultó sencilla, al Varyag le aguardaba una larga travesía jalonada de obstáculos, tanto políticos como naturales, antes de llegar a su nuevo hogar en China. Incluso antes de formalizar la transacción, Ucrania manifestó que no asumiría ninguna responsabilidad una vez el buque abandonara puerto y se adentrara en aguas del mar Negro. La tarea de remolcar el casco sin sistema de propulsión del Varyag incumbía por completo al comprador.

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