LA BATALLA DE NORMANDIA (LA INVASIÓN DE EUROPA-EL ASALTO A LAS PLAYAS DE FRANCIA)  XI PARTE

LOS DESEMBARCOS ALIADOS 6-7 DE JUNIO

OMAHA II

En Omaha, de ocho kilómetros de extensión, la catástrofe rondó desde el primer momento a las dos divisiones norteamericanas. Lo que no habían sabido los servicios aliados de inteligencia es que la división 352ª, de choque, fue trasladada a Omaha días antes, secretamente. Al mediodía los cuerpos de los infantes de la brillante 1ª División norteamericana flotaban sobre la playa o colgaban de los alambres de espino. Desde sus posiciones los solados alemanes disparaban a los supervivientes del desastre con sus armas automáticas. Hacia la una de la tarde, el almirante Kirk, comandante naval norteamericano, movió sus destructores con rapidez y concentró el fuego sobre los contrafuertes alemanes. Al mismo tiempo, y por fortuna, la 352ª se quedaba corta de munición y los bombarderos aliados acertaban ahora a cortar las líneas de abastecimiento. Pero el resultado del ataque era espeluznante, 6.000 muertos, heridos y desaparecidos para una penetración de kilómetro y medio. ¿A quien culpar por la relativa derrota de Omaha? ¿A los servicios de inteligencia? ¿a la excesiva prudencia de los jefes militares norteamericanos? ¿A la negativa del general Bradley de disponer  de la fuerzas blindadas especializadas que le había ofrecido Montgomery? ¿Al comandante que abrió los lanchones de desembarco demasiado lejos de la playa, en medio de una mar gruesa? La polémica en este sentido no se ha agotado todavía. A pesar de los duros combates en las playas, el número de bajas aliadas del Día-D fue relativamente bajo. De los 150.000 hombres que desembarcaron en las playas, se lanzaron en paracaídas o fueron transportados en planeadores, se calcula que murieron 4.572 soldados aliados. Aunque los cálculos aproximados que ha realizado el profesor George Winter, tras una amplia investigación sobre las cifras de las bajas aliadas en el Día-D son las siguientes: 2.500 estadounidenses, 1.641 británicos, 359 canadienses, 37 noruegos, 19 franceses libres, 13 australianos, 2 neozelandeses y 1 belga.

 

Pero el desembarco demostró la distinta concepción que de la utilización de los hombres tenían norteamericanos y europeos. El ejército de Bradley era civil y sus jefes temían la reacción popular ante un excesivo número de muertos. Al principio de la guerra, los norteamericanos actuaban de una manera más cautelosa. Los jefes norteamericanos elegían la prudencia, los europeos creían, por su parte, que los hombres estaban allí para ser usados en el combate, sin permitir un respiro al enemigo. Pero en 1944, la infantería británica ya era escasa y Monty no quería derramar más sangre inglesa en ataques sin sentido, por ello los británicos apostaban quizá en el ofensiva de Normandía por avances más cautelosos. Ya había ocurrido en el desembarco de la playa italiana de Anzio, donde los norteamericanos se movieron con lentitud mientras Churchill pedía la inmediata marcha sobre Roma, sin más dilaciones. La historia anecdótica en Omaha sería que no tan sólo fue el fuego de los defensores alemanes lo que llevó al peligro a las fuerzas invasoras aliadas. De todos modos los alemanes reaccionaron despacio y su primer contraataque fue un embrollo: cuando cayeron los primeros paracaidistas y planeadores aliados, el mando lanzó contra ellos las reservas que tenía a mano (gran error estratégico, era preferible utilizar las divisiones y las demás unidades de reserva para emplearlas contra los aliados en las playas, tal y como decía Rommel, en vez de desperdigar el apoyo de fuego contra los paracaidistas). Más tarde se produjo la invasión por mar, y se ordenó a los alemanes que regresaran, a toda prisa, para agruparse y marchar contra las playas. En consecuencia, muchos regresaron tarde, desordenadamente, y el contraataque fracasó.

 

El mayor problema de los alemanes era la aviación, cada vez que se concentraban sus fuerzas, los descubría algún avión de reconocimiento y los bombarderos aliados llegaban poco después. En cualquier momento cruzaban el cielo patrullas de Spitfire o Mustang, que ametrallaban las formaciones; pero la visita más peligrosa eran los Typhoon de la RAF. Los cañones aéreos y las bombas echaban del camino a cualquier vehículo extraño. Durante el día nada podía moverse por carretera, ferrocarril o campo a través sin permiso de la aviación aliada, durante el día los cazas de la RAF y la USAF bombardeaban todos los puentes de la zona de Normandía-Bretaña, y por la noche los ingenieros alemanes los volvían a construir. De modo que no sólo los movimientos de tropas, sino el abastecimiento de gasolina, resultaron casi imposibles.

Las Luftwaffe fue incapaz de prestar ayuda a los Panzer en sus intento de lanzar cualquier ofensiva contra la cabeza de playa aliada. Mientras los aliados realizaban 10.000 salidas aéreas el Día-D, los alemanes apenas llevaron a cabo 140 salidas. En otro tiempo la Luftwaffe se había considerado la punta de lanza de la invasión de Gran Bretaña, y solamente habían conseguido el Día-D derribar un avión aliado. El mariscal de campo Von Kluge que había sustituido a Rommel el 18 de julio, escribió a Hitler diciéndole: “Ante el completo dominio enemigo del aire, no hay posibilidad de que encontremos un estrategia para contrarrestar su efecto verdaderamente aniquilador, a menos que nos retiremos. A pesar de nuestros reiterativos esfuerzos, se acerca el momento en que este frente se romperá”. Los alemanes tenían en el momento del desembarco para contrarrestar el ataque aliado un total de 107.858 hombres y 370 tanques en dos divisiones blindadadas, (12 Panzer SS y la 21ª Panzer) 5 de infantería (711º, 716º, 352º, 709º y 743º División de Infantería), incluyendo una regimiento de paracaidistas (6º) y la 91º División de Infantería Aerotransportada de la Luftwaffe. Exceptuando el primer día, Las fuerzas alemanas siempre fueron superiores a las aliadas durante toda la batalla, a excepción del control del espacio aéreo, ya que los cielos estaban controlados por las fuerzas aéreas aliadas. Pero en el marco terrestre siempre a lo largo de toda la batalla desde el día  Día-D + 1 hasta el Día D + 35 hubo una diferencia de entre 2 y 10 divisiones por parte de los alemanes que fueron superiores en tropas, con la oportunidad de poder lanzar una contraofensiva con las reservas acorazadas que tanto deseaba Rommel para llegar a las playas y echar a los aliados al mar.