La ley Sharia hace referencia a un código de conducta, basado en todos aquellos preceptos de Alá que deben seguir los hombres tanto en la vida personal como religiosa donde la distinción entre el bien y el mal es crucial. Este tipo de cuerpo de derecho presenta como todo creyente debe comportarse con sus deberes políticos y religiosos tanto en lo privado como en lo público. No obstante, esta ley no tiene el mismo peso que el Corán sino que es más bien de interpretación discutible aunque su seguimiento garantiza el buen camino hacia Alá.

 

Dentro de la ley Sharia existen muchas leyes que hacen referencia a como los seres humanos musulmanes se deben comportar en su matrimonio, con sus hijos, con el prójimo… etc. Actualmente, muchos han sido los países que han adoptado la ley Sharia como ley oficial de su estado aunque existen diferentes niveles. Por un lado existen países que han decido adoptar esta ley de una forma férrea a nivel Estatal, entre ellos podríamos destacar Libia, Arabia Saudí o incluso Irán. Por otra parte, otros países han decidido aceptar la ley Sharia de forma parcial ya sea a nivel Estatal pero en convivencia con otros sistemas como es el caso de Iraq o incluso Egipto, mientras que otros países deciden aceptar esta ley a nivel regional como en el caso de Sudán, y finalmente otros territorios han optado por aceptar únicamente la parte de ley familiar de la totalidad de la Sharia ejemplificado en Algeria. Teniendo todo este tipo de posibilidades es un poco complicado saber cuales son los límites de esta ley y el motivo por el que algunos países deciden integrarla y otros no. Pero… ¿es posible la convivencia de este tipo de leyes en un mundo global?

 

La respuesta no es simple, actualmente vivimos en un mundo plenamente globalizado donde la convivencia de sistemas políticos y leyes es cada vez más factible. Uno de los mayores avances a nivel legal de los últimos años ha sido la creación de el derecho público internacional en el cual los estados son los mayores protagonistas. Este tipo de derecho concilia las diferentes posturas que un estado pueda adoptar estando en conflicto con otro. De esta manera, teniendo una ley ‘global’ supone un gran adelanto para el mundo político y legislativo ya que es posible observar una aceptación de normas internacionales sin que ningún tipo de ley nacional entre en juego. En definitiva, el derecho público internacional ha garantizado la concordia entre países cuyas leyes nacionales pueden llegar a ser contradictorias, siendo sus conflictos juzgados de forma externa en un juzgado internacional. No obstante, la ley Sharia llevada al extremo imposibilita la función del derecho público internacional, sobreponiendo la ley nacional a la internacional. Es por ello que muchos países deciden ‘aislar’ sus inversiones o procesos de integración con estos países ya que sienten desprotección legal. Asimismo, este tipo de ley afecta también a los turistas que de cometer cualquier acto delictivo en dichos países se verían condenados por la ley Sharia pudiendo llegar a extremos como el castigo con la muerte o apedreamiento, ya que en la mayoría de los casos serían considerados como infieles, al no seguir los preceptos de Alá.