BERLIN, ALEMANIA. Diversos tipos de gobiernos transcurren a lo largo de la historia. Reyes, duques, dictadores, presidentes o cancilleres; admirados o decapitados. Esperanza o decepción. El funcionamiento de un País suele darse de forma cíclica. Pero, algunos momentos de la historia dejan más huella que otros. Las consecuencias de la guerra son claro ejemplo de esos impactos en la historia de un País difíciles de olvidar.
Berlín ha sido una de las ciudades protagonistas del siglo pasado por la Segunda Guerra Mundial, el Holocausto y el levantamiento y derrumbe del Muro de Berlín. Una serie de desdichas de la que no se sienten orgullosos, pero a las que seles hace homenaje en cada rincón de la ciudad. Memoria a las víctimas de los mayores horrores del siglo pasado para el país y, concretamente, su capital. No son precisamente pequeñas placas en callejones poco frecuentados, sino levantamientos artísticos o piezas históricas que manifiestan el deseo rotundo de que nunca volverá a repetirse nada como tal.

Monumento a los judíos de Europa asesinados. Memorial al Holocausto a dos manzanas de la Puerta de Brandenburgo.

Memorial a la quema de libros del 10 de mayo de 1933. En la plaza Bebelplatz, donde fueron quemados centenares de libros censurados por el gobierno Nacionalsocialista.

Memorial a Peter Fechter. Joven obrero que trató de cruzar el muro en 1962 y fue derribado por los guardias; cuya historia es sonada, pues yació entre muros a la vista de numerosos testigos sin recibir ayuda alguna hasta fallecer.

Memorial a los niños enviados a campos de concentración. “Trenes a la vida, trenes a la muerte, 1938-1945” dice la placa adjunta en la parte trasera.

Memorial de las Cruces, al lado del parlamento alemán. Homenaje a los caídos durante la división de la capital por el Muro de Berlín.

Memorial a los Sinti y Roma de Europa asesinados en manos del nacionalsocialismo. Al lado del parlamento alemán.